jueves, 16 de diciembre de 2021

Mis respetos, Verónica

 Audio Onda Cero Noroeste, 15 diciembre 2021

Buenas tardes, Julio

Hace dos semanas comparecía uno en este espacio de opinión para recordar a Almudena Grandes. Un cáncer acabó con su vida.

Hoy lo hago recordando a Verónica Forqué, encontrada muerta en su casa el pasado lunes. Cuando escribo, la posibilidad del suicidio convierte su muerte en mucho más que la pérdida de una excelente actriz y persona.

Tanto su carrera como su compromiso social están fuera de toda duda, de ahí que su final, si Verónica pudiera opinar, puede y debe llevarnos a reflexionar sobre unos datos alarmantes respecto del número de suicidios que en España ha alcanzado un dramático y triste record con 3941 fallecimientos en 2020, un 7,4 % más que en 2019.

Cuando trataba uno de documentarse, encontré un dato realmente escalofriante: España no cuenta con un plan de prevención del suicidio. Para una mayoría, este dato, no resulta ni alarmante, ni, mucho menos, escalofriante. El neoliberalismo económico, de cuyo negociado propagandístico, amén del institucional, allí donde su representación política les da para ello, se encargan los grupos políticos de la derecha y la ultraderecha, va asentándose a un ritmo que bien podríamos definir como de lluvia fina, y el efecto de sedación social, a modo de corrosivos efectos en las mentes individuales, es imparable.

Fácil de entender si consideramos que cuando, el pasado mes de marzo, el diputado Íñigo Errejón, mostraba su preocupación por asuntos relacionados con la salud mental en España, en concreto proponiendo un plan de salud mental, un diputado del partido popular, Carmelo Romero, partido que ha alternado responsabilidades de gobierno en nuestro país, durante los últimos 25 años, no tuvo otra ocurrencia que mofarse de ese interés de Errejón con un “vete al médico”; si bien después pidió disculpas, sin embargo, entre sus votantes, ocurrencias como esa suelen ser aplaudidas. Lo cual, qué duda cabe, no deja margen para la esperanza, si no fuera porque, como suele ocurrir, cuando las voces del parlamento no dan respuesta a sangrantes carencias sociales, la sociedad civil reacciona tímidamente, llegando algunas veces, a pesar de la sedación, a conseguir lo impensable.

Por ello, más allá de lo que podamos esperar del poder legislativo, ante todo, conviene focalizarnos tratando de buscar las claves de una estadística tan real y cruel a un tiempo. La periferia iguala a todos quienes la poblamos, provengamos de donde provengamos. Las bofetadas te llegan de todas partes: convirtiéndonos en comodines de altaneros y prepotentes que, a falta de enemigos que llevarse a la cara, siempre encontrarán carne de cañón para ellos. La mayoría prefiere no percatarse de que el cinismo y la hipocresía chapotean aquí y allá. Somos incapaces de percibir que por la periferia transitamos todos en algún momento de nuestras vidas, algunas estancias se prolongan en exceso.

Lo cual, me trae a la memoria la obra de Antonio Muñoz Molina, Sefarad, en la que nos ofrecía un muestrario de seres humanos indefensos que, de la noche a la mañana, veían como sus vidas se encaminaban, irremisiblemente, hacia el abismo. Seres que, en un momento dado, comprendieron que la solidaridad se desvanecía en su entorno y que un destino trágico les aguardaba, sin que nadie, ni vecinos, ni amigos, ni compañeros, ni conocidos, moviesen un dedo por desviar ese lamentable final.

Mis respetos, Verónica.


Santos López Giménez




miércoles, 1 de diciembre de 2021

Que tu nombre no se borre de la Historia, Almudena.

 Audio Onda Cero Noroeste, 1 de diciembre de 2021

Bien es cierto que nos avisó, no es menos cierto que nos pilló desprevenidos. El pasado sábado, 27 de noviembre, Almudena Grandes nos dejaba, nos privaba de su presencia física; no así de su obra, de los textos que su obra encierran y de la que hemos de estar eternamente agradecidas, agradecidos.

En Inés y la alegría, en sus páginas centrales, Almudena Grandes, relata un episodio que podríamos considerar una metáfora de la Historia de nuestro pueblo, el pueblo español. Según dicho relato, en una de las avanzadillas del ejército de la Unión Nacional que, a través del Valle de Arán, en el otoño de 1944, intentaron restablecer el orden constitucional y de libertad para España, se dieron de bruces con un grupo de prisioneros republicanos condenados a trabajos forzosos y custodiados por soldados del ejército franquista, los cuales ante el discurso libertario que un oficial de la Unión Nacional les estaba enunciando no tuvieron otra ocurrencia que la de salir en desbandada, huyendo, hacia los bosques cercanos. Uno de los personajes, Galán, lamentaba lo ocurrido:


- Esos eran los nuestros, de los nuestros. Esos eran los que no nos habían vitoreado, los que no habían dejado escapar ningún suspiro, ningún grito de júbilo, ni una sola palabra de alivio, los que no habían celebrado su libertad antes de escapar a toda prisa de nosotros. Esos eran los nuestros, los que huían de los suyos, nosotros, los hombres que los habían liberado, los que habían cruzado la frontera para derrocar al tirano que los mantenía presos, cautivos, condenados a trabajos forzados por haber luchado una vez a nuestro lado. Preferían ese cautiverio a la libertad que les habíamos ofrecido, la libertad de volver a luchar, con las armas en la mano, por su propio futuro, por el futuro de sus hijos...


- Es que estás equivocado, Galán..., Lo que te ha pasado no es tan raro, porque aquí nadie vive en paz. No estamos en un país pacificado, sino en un país ocupado. Hasta que no entiendas eso, no entenderás...

España está llena de gente como yo, Galán. Gente que habría dado cualquier cosa, media vida, por salir de aquí en el 39, y que tuvo que quedarse para abarrotar las cárceles, para escuchar sus sentencias de muerte, para dormir durante treinta años en una baldosa y media de suelo sucio, con el cuerpo lleno de heridas gangrenadas, comidas por la sarna. ¿Y cómo quieres que estén? Pues muertos de miedo, claro. ¿Cómo no van a tener miedo, si les han pegado tanto que ya no se acuerdan ni de quiénes son? Pero otros están de pie, siguen estando de pie y os están esperando… Yo os he estado esperando durante cinco años, así que a mí no me preguntes para qué has venido. Si no lo sabes, lo mejor que puedes hacer es volver.

Era la respuesta de Inés a Galán, tras la enorme frustración, la gran desolación, que el episodio le había generado.

Y cuando la obra está tocando a su fin, años más tarde, en la cronología de la historia contada, Galán reflexiona como sigue:

- Hemos hecho muchas cosas mal, pero también hemos hecho muchas cosas bien, ¿y sabes por qué? Porque nunca nos hemos estado quietos. Hemos hecho muchísimas cosas, y hemos tenido que hacerlas solos, sin la ayuda de nadie. Los únicos que no han hecho nada mal, son los que no han hecho nada, porque esa es la única manera de no equivocarse. Yo nunca me arrepentiré de ser comunista.

Hasta siempre, Almudena.


Santos López Giménez




domingo, 21 de noviembre de 2021

A galopar, no a especular

Audio, Onda Cero Noroeste, 17 noviembre 2021 

La Historia de la democracia parlamentaria en España tiene muchas instantáneas fotográficas,  hitos que la han ido conformando en el tiempo.

Ver a Dolores Ibárruri y Rafael Alberti bajar las escaleras del Congreso, cogidos del brazo, es con seguridad la primera gran instantánea cargada de un inmenso significado.

Tanto es así que, seguramente, muchos quedaron fijados a la par que la misma, de modo y manera que, con ella, pareciera que todo lo que viniese lo haría en una progresión mediante la cual libertad y decencia, como si de un símil se tratase, jamás podrían retroceder en el marco de la aspiración ciudadana del pueblo español.

Bajo ese halo inmaculado de primera hora, la transición, parecía tener un guion orquestado, con un articulado relato, del que, como dijese aquel socialista de pana: “quien se moviese, no saldría en la foto”. Si bien él lo articuló para referirse a las maniobras dentro de su propio partido, bien se pudiera extrapolar al amplio abanico de opciones políticas que el devenir de los tiempos fuera implantando en nuestro país.

El legado que la leyenda de la transición nos dejó, a modo de coletillas que los medios y determinados voceros, próximos al poder, fueron emitiendo, caló tan hondo que, hoy día, determinados grupos políticos, filibusteros ellos, maestros de la charlatanería chabacana y del desprecio más absoluto hacia sus congéneres compatriotas, tienen copados los ecos de la opinión pública con sus arengas filofascistas de descrédito hacia quienes, sencillamente, han venido demandando la restitución de la dignidad de sus familias, las cuales, sufrieron muerte, tortura, cárcel, persecución, no habiéndoseles permitido hasta no hace mucho la posibilidad de rescatar los cuerpos, mejor, los restos óseos, de las miles de víctimas del tapiz de fosas comunes que cubre nuestra geografía.

No había que abrir heridas, comenzaron a vocear los filibusteros, y nadie contradijo esa memez. Con lo cual, el sufrimiento en silencio de las miles de familias afectadas hubo de transcurrir por décadas como una amarga prolongación de la dictadura ya que los representantes políticos  que pudieron echarles una mano para ese fin humano, a todas luces necesario, decidieron que ese negociado, el del dolor, el de la humillación, el del sufrimiento, no tocaba.

Han pasado 4 décadas, siendo los últimos 15 años los que volvieron a dar luz y esperanza a las víctimas de aquella infame gestión. Sin embargo, la semana pasada, el parlamento, el congreso de los diputados, ese lugar donde se sienta la soberanía popular, por medio de los representantes del pueblo, volvía a generar una pestilente actuación dando su voto a un innombrable personaje para formar parte del Tribunal Constitucional. No hay modo, volvemos una y otra vez a ver frustrada nuestra maltrecha dignidad. Lo que convierte en insoportable esta nueva concesión a los verdugos es que lo haya sido con la complicidad de personas de las que jamás uno pudo imaginar que serían capaces de volver a defraudar a su pueblo.

El círculo se cerró, y lo hace, una vez más, en falso, dejando hacer a quienes consintieron, consienten y consentirán que el sufrimiento sea unidireccional, que quienes defendieron la libertad sigan siendo tratados como elementos subversivos cuyo final lo tuvieron bien merecido. Su memoria no deja margen para esas bastardas argumentaciones que desde hace una semana vengo escuchando como letanías insostenibles que refieren esas desalmadas criaturas.

Santos López Giménez




miércoles, 17 de noviembre de 2021

Greta Tumberg, o por qué preferimos mirar para otro lado

 Audio emitido en Onda Cero Noroeste, 10 noviembre 2021

Hablar de la cumbre del clima, no es nada original. Ocurre que la importancia de los asuntos que nos deberían preocupar está en función de parámetros que nada tienen que ver con el trasfondo y la importancia de los mismos, sino del ruido mediático que son capaces de generar.

En ello estamos, enfangados en asuntos que nada debieran preocupar. Así, por ejemplo, recientemente, se hacían públicos datos de delincuencia en España que ponían en evidencia todas y cada una de las mentiras que la ultraderecha viene inoculando en nuestra sociedad desde que la misma la encumbró a un púlpito al que jamás debió acceder, desde el que vierte una verborrea diarreica, cargada de odio, siendo el miedo el elemento perturbador que precisa para hacer efectivas sus asquerosas mentiras.

Sin embargo, esos datos, es improbable que lleguen a hacer mella en aquellas personas en las que la inoculación caló muy adentro y ya nada de lo que se les diga podrá obrar en esa dirección. Ante todo, porque la facilidad con la que una mentira cala en la sociedad, es infinitamente mayor que desmontar la misma una vez implantada.

Tal es el grado de despropósito cultural y educativo que arrastramos como sociedad que, en torno a semejantes infames personajes, se genera una paradoja difícilmente asimilable: se asumen sus andanadas sobre inexistentes problemas que, supuestamente, nos afectan de primera mano, creyendo a pies juntillas sus mentiras; y se les hace el juego cuando de graves problemas que afectan al planeta y a la humanidad se trata, negando el cambio climático, bajo la influencia humana,  y cuestionan la pandemia de la covid, cuyas dudas, desde la perspectiva que la comunidad científica internacional ofrece, no existe; sin embargo,  los hacedores de la mentira y el odio, generadores de infundados miedos globales, han logrado situarlas, ambas negaciones, en el frontispicio de la opinión pública mundial.

Pero, volviendo a la primera frase de mi intervención de hoy, esa que decía “hablar de la cumbre del clima, no es nada original”, quería contar una insignificante anécdota: el pasado domingo, compartí un vídeo, a través de wassap, en el que Greta Tumberg, pronunciaba unas declaraciones del desengaño que la cumbre del clima acarreaba, y la decepción que a ella le generaba. Lo compartí en cinco grupos significativos: biólogos, ecologistas, docentes, activistas políticos militantes y el grupo de la ILP Mar Menor del noroeste. Pues bien, sólo de este último grupo, que vela por la supervivencia del Mar Menor, surgieron comentarios respecto del vídeo compartido. Obviamente, nadie está obligado a nada, mucho menos a comentar el mañanero capricho compartido de vete a saber qué desocupado individuo, menos aún, en un grupo de wassap, no obstante, permitidme emitir una conclusión: sólo desde la inmediata afrenta, desde la inminencia del peligro, se moviliza nuestro espíritu crítico.

Santos López Giménez



jueves, 4 de noviembre de 2021

Amenaza de desahucio

 Audio Onda Cero Noroeste, 3 noviembre 2021

                            Hace años, Ahmed y su familia recalaron en España en busca de trabajo, al tiempo que perseguían una vida digna, alejada de las muchas dificultades que su país de origen le ofrecía. Como tantas otras familias, en la primera parte de la década de los 2000, con un trabajo que le reportaba un sueldo mensual aceptable, con la esperanza de que un futuro halagüeño les contemplaba, compraron una casa en Cehegín. Muy pronto el planeta colapsó, la economía mundial sucumbió, y las capas más frágiles de la sociedad hubieron de soportar la terrible humillación de ser desalojados de sus moradas, siendo en la mayoría de las ocasiones, mediante un proceso inhumano y cruel. Proceso en el que tanto los habitantes de la vivienda como aquellas personas que acudían a evitar el desahucio, mediante una puesta en escena violenta, propia de regímenes fascistas, hubieron de sufrir en sus carnes la violencia extrema de las mal llamadas fuerzas de seguridad, que obraban como mercenarios a sueldo golpeando sin escrúpulos para ejecutar aquellas órdenes que el poder económico transmitía y el político ejecutaba, mediando el judicial que mirando para otro lado, extendía una alfombra para que todo estuviese dentro de un orden, un perverso y criminal orden.

                        Tuve ocasión de acompañar a Ahmed el día que consiguió que su deuda no le hiciese sufrir los avatares a los que todo hijo de vecino estaba sometido si no pagaba la deuda pendiente ante la entidad verdugo de turno, y mira por donde, cuando aún la dación en pago no estaba en marcha, como medida de urgencia para afrontar los casos en los que se solicitase por parte del deudor, dicha entidad verdugo lo concedió.

                            Entre otras consecuencias, Ahmed y parte de su familia, tras alojarse en una vivienda que les facilitase Cáritas, y que un tiempo después se vieron obligados a desalojar, hubieron de volver a su país. En 2016, vuelven a España y consiguen un arrendamiento, por un precio que podrían afrontar con cierta solvencia, se establecen en él y siguen con su vida y sus quehaceres diarios, por una vez, sin que la vivienda constituyese un problema limitante.

                            Sin embargo, como se suele decir, la alegría dura poco en la casa del pobre. Hete aquí que, el pasado 16 de febrero, le hacen llegar una carta, por parte de la empresa arrendataria, a la sazón, dependiente del BBVA, mediante la cual, se le reclaman 700 € de deuda por no haber pagado, según rezaba dicha carta, en determinadas fechas que abarcaban desde 2017 hasta 2021.

                       Dado que en esa primera carta, la amenaza del desahucio ya pendía sobre ellos, le sugiero a Ahmed que me haga llegar todos y cada uno de los recibos que se le reclaman. Entro en contacto con la empresa de marras, les pido poder obrar en nombre de Ahmed y su familia, todo ello a través de correo electrónico, cosa que ya venía haciendo con anterioridad, puesto que hubo otras solicitudes para la renovación anual del contrato de arrendamiento, no ponen objeción alguna, y, lo que hasta ese momento fue un intercambio de documentos, cada vez que le fueron reclamados, sin que jamás se produjese obstáculo alguno para ello, de pronto, se transforma en un agujero negro al cual envío los correspondientes recibos que justificaban dicho pago reclamado, sin que esta entidad arrendataria se diese por aludida.

En el ínterin, aceptan los documentos del Servicio de Empleo, así como de su empadronamiento en Cehegín, solicitados para la nueva renovación anual, hasta el punto de que, en uno de los correos que me envían, me recuerdan que a dichos documentos había que añadir la justificación del pago que reclamaban. 

Esos recibos se los he hecho llegar por cuatro veces en los últimos meses, siendo la última de las ocasiones el pasado 10 de agosto.

Pues bien, a día de hoy, Ahmed y su familia, se encuentran en la tesitura de que, por un lado, habrán de comparecer ante la Justicia el próximo 16 de noviembre, y de otro, si de esa comparecencia no hubiese una resolución absolutoria, lo cual sería una disparatada sentencia, existiendo, como existen, los documentos que testimonian dicho pago, se enfrentarían al desahucio, programado para el próximo 10 de enero de 2022.

Santos López Giménez



sábado, 30 de octubre de 2021

En manos de las cloacas (Alberto Rodríguez)

 Audio emitido el pasado miércoles, 27 de octubre, en Onda Cero Noroeste

Un vídeo ha desmontado la denuncia de un policía de los Mossos d'Esquadra, quien había acusado a un manifestante por una supuesta agresión contra su persona. La denuncia interpuesta por el agente autonómico hizo que el ciudadano fuese procesado por el presunto ataque, pero un vídeo recientemente desvelado ha dejado en evidencia la realidad: fue el policía quien agredió injustificadamente al manifestante. Las imágenes suponen una prueba irrefutable, por lo que el hombre ha sido absuelto.

Leo la noticia que acabo de relatar, publicada en prensa hace unos días, y me pregunto en cuántas ocasiones, similares circunstancias, no se estarán produciendo.

Si echamos mano de la hemeroteca, casos más notables, desde el punto de vista de la repercusión mediática, se han sucedido en el tiempo. Recordad a los chicos de Alsasua, cuyo calvario, después de ser acusados de terrorismo, lo cual conllevaba penas de 50 años de cárcel, hasta quedar en penas menores, de las que comenzaron a gozar de permisos penitenciarios, el recorrido ha sido todo un poema de sufrimiento e inestabilidad anímica para ellos y sus familias. El caso, fue elevado, el pasado 20 de julio, al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En aquel altercado, ocurrido durante las fiestas del pueblo, en 2016, en un bar de la localidad, se comenzó acusando a un grupo de jóvenes de terrorismo por dar una paliza y amenazar de muerte a guardias civiles de paisano. En aquella ocasión, las imágenes que fueron presentadas por la defensa, desmontaban buena parte de las acusaciones, sobre todo, el hecho de que la camisa de uno de los supuestos agredidos estaba impoluta y no manchada de sangre como reflejaba el relato de lo sucedido presentado en la denuncia.

También con un importante recorrido mediático, el caso de Isabel Serra, que en 2014 participase, junto a otro grupo de personas, en un intento de frenar un desahucio que se llevaba a cabo en el barrio de Lavapiés de Madrid. Al parecer, intentos de agresión, a los policías presentes, e insultos varios contra ellos, fueron proferidos por los manifestantes, sin embargo, en las imágenes que se presentaron en el juicio, en ninguna de ellas, Isa Serra llevaba a cabo acción punible alguna. Los tribunales, buscando una infame vuelta al suceso, acabó condenándola a 19 meses de prisión.

Sin duda, el caso más reciente, el que está generando mucho ruido en las dos últimas semanas, es el de Alberto Rodríguez. Le conocéis bien, su imagen física es inconfundible, más aún siendo diputado, como lo era hasta hace 5 días. Pues bien, el pasado 21 de septiembre, leí la noticia que ahora transcribo: “El agente que acusa a Alberto Rodríguez reconoce que no recuerda bien qué sucedió porque había "mucho alboroto"”. También Alberto acudió a manifestarse, en este caso, en defensa de la Educación Pública, en 2014. La secuencia del devenir ya la conocéis, tras haber logrado que la pena inicial solicitada quedase bajo mínimos, ya que las pruebas eran absolutamente inconsistentes, los 45 días de cárcel que se le impusieron han acabado con la retirada de su condición de parlamentario. Con Alberto, las dudas se disiparon en tanto que, sin testigo alguno, sin vídeo alguno que mostrase imágenes de lo sucedido, la palabra del policía de turno, le valió al tribunal para procesarlo.

En el país en el que las cloacas vienen haciendo y deshaciendo a su antojo, al antojo del poder establecido, no hay más que escuchar al delincuente Villarejo, dar crédito a estas sentencias como tales, sin que uno vislumbre intenciones últimas por motivaciones políticas, es harto complicado. Y lo que es peor, la sombra del montaje policial, que planea desde que he comenzado a hablar, la dejo en suspenso, suspendida en el éter.

Santos López Giménez



Diez años después (Optimismo, Libertad y Paz)

 Audio emitido en Onda Cero Noroeste (20 octubre 2021)

                         El 30 de mayo de 2020, desde esta sección de opinión, en Onda Cero Noroeste, hablé de la obra de Fernando Aramburu “Patria”. Entre otras apreciaciones, mencioné el escrito que ahora, con tu permiso, Julio, leeré textualmente. Antes, recordar que se trata del texto que escribí en la madrugada del 20 al 21 de octubre de 2011, es decir, hace diez años, y que se publicó en el periódico comarcal “El Noroeste”, una semana después, el 28 de octubre. Algo muy grande comenzaba a tomar forma, y estas fueron las impresiones que, en caliente, escribí entonces; decía así:       

      Es obvio que escribo por pura apetencia, tal vez necesidad, en ningún caso obligación. De ahí que mis escritos, en ocasiones, se alarguen demasiado en el tiempo, es probable que sea la pereza la principal responsable de ello. En todo caso, el que uno escriba o deje de hacerlo es intranscendente. Sin embargo, hoy, a esta hora de transición entre el 20 y el 21 de octubre de 2011, la necesidad de escribir es infinitamente más fuerte que cualesquiera otras razones para no hacerlo.

                                   El pasado 10 de enero, día en el que ETA anunció un alto el fuego "permanente, general y verificable", os pedí que me permitieseis ser optimista, así titulé mi escrito, permitidme-ser-optimista, lo era entonces, y hoy, más que nunca, quiero convertir el optimismo en una bandera de libertad y paz. Por ello, esta noche, deseo blandir con fuerza, con rabia, con toda la fuerza y la rabia que manan tras la sensación de hastío, de hartazgo, de dolor, que durante toda una vida nos han venido infundiendo los ejecutores de un inexistente mandato que, en su delirio, habían forjado unas infelices criaturas, creyéndose portadores de los deseos de un pueblo, el vasco, que jamás les concedió tales prebendas, y cuyo hartazgo y hastío, además de un dolor infinito, pesaban como endemoniadas espadas de Damocles ocluyendo e impidiendo la normalización del permanente futuro de esa sociedad.

                                 Dos meses atrás, el 18 de agosto, visitaba Bilbao con mi familia. Como en alguna ocasión anterior, un impronunciable deseo interno me acompañaba en ese viaje. A las 9 de la noche, de aquel día, estábamos en San Mamés prestos y dispuestos a divertirnos con el Athletic. Evidentemente, aquel día no se concretó mi sueño impronunciable, pero, esta pasada noche, cuando algunos seguidores del Athletic salían de San Mamés, a la misma hora que nosotros lo hacíamos hace dos meses, despistados ellos, recibían la noticia por antonomasia que tanto hemos deseado todos, y, obviamente, reconocían, el empate de hoy quedaba reducido a una anécdota insignificante frente a la grandiosidad de un futuro en paz. Ese deseo, de mi fuero interno, presente a cada momento, y candente en esas pequeñas, pero memorables, visitas a Euskadi, pudiera haber tomado cuerpo a partir de este 20 de octubre de 2011.

                               Con todo, amigos, vosotros que me concedéis el honor de ser lectores de este escrito, cuando mañana leáis la prensa, cuando contrastéis los diferentes medios informativos, comprobaréis que el escepticismo, inherente al ser humano, y nada sospechoso de querer suplantar al pesimismo, algunos, bastantes de esos medios, lo convertirán en carroña propia de seres infames que, donde el pueblo vasco, y buena parte del resto de España, vemos esperanza y paz, ellos sólo contemplan un chollo menos con el que seguir atizando la mentira y la calumnia. Pero, a esta hora, en este día, nadie nos va a quitar la libertad de emocionarnos y dejar ir una lágrima de alegría y esperanza porque, hoy más que nunca, la paz está mucho más cerca que jamás lo estuvo.


Santos López Giménez



sábado, 16 de octubre de 2021

La homofobia, ese lastre

 

Audio Onda Cero Noroeste, 13 octubre 2021

“En la época de Franco en España no habían homosexuales”, me dijo el chico; “vaya, qué cosas, y ¿por qué razón eso que dices era así?”, le dije yo, “porque los mataban”, fue su lacónica respuesta. No me preocupaba la literalidad de lo que el chico exponía, al fin y al cabo, era lo de menos. Más allá de su tergiversación, me preocupaba que un chaval de 13 años articulase semejante información. Tras seguir indagando en su parecer,  soltó una nueva perla, al decir que los homosexuales no eran personas normales, que los odiaba: solo balbuceó, dudando, al comentarle que si creía que él y yo éramos normales, que qué era aquello que nos diferenciaba, y por supuesto, que qué le movía al odio. Algún resorte debió disparársele ya que, de inmediato, optó por reconocer que tenía una amiga, una novia, añadió, que en algo le estaba influyendo para que esas perversas ideas suyas no le persiguiesen. Le mostré mi satisfacción y le di la enhorabuena por la existencia de esa persona cuya influencia, qué duda cabe, era lo mejor que podría pasarle en este momento de su vida.

Por la tarde de ese mismo día, leo la noticia de que, en Murcia, en el Hospital Reina Sofía, tras una consulta en Ginecología, a una chica de 19 años, le diagnostican, según rezaba el informe médico: “Enfermedad actual: homosexualidad”.

Y claro, en ocasiones, hechos casuales, que se solapan en el tiempo, disparan tu atención por un asunto del que, muchas veces, sueles prescindir para no convertirlo en una obsesión, intentando dejar correr la influencia de indignación y rabia que te generan, con la ingenua idea de que se traten de hechos puntuales, censurables, pero que, individualmente, estos, u otros similares, se habrán de resolver.

Ojalá fuera así, me temo que no, que de un tiempo a esta parte, todo aquello que la sociedad había logrado, con el pleno reconocimiento de la igualdad de derechos y deberes de la ciudadanía, al margen de la condición sexual de cada cual, y que bien parecía que no solo era algo sustentado por ley, sino asumido plenamente en el ámbito social, pudiera estar sufriendo un retroceso alarmante, nada casual.

Sin embargo, ni la absurda noticia de ese diagnóstico surreal, infame, dictado desde un centro público de Salud, desde las dependencias de un hospital, ni la reflexión irracional de un chico de 13 años, son, ni de lejos, tan corrosivas y dañinas como lo son la condescendencia, complacencia y comprensión que una parte de la sociedad muestra hacia la homofobia endémica e intrínseca de familiares y amigos frente a la homosexualidad de alguna persona del entorno próximo. Las dos situaciones expuestas, en el mejor de los casos, pueden revertir los acontecimientos, a modo de antídotos, cuya reacción otorgue una onda expansiva que favorezca el rechazo social de las mismas y la puesta en marcha de medidas cognitivas capaces de frenar semejantes hechos. En tanto que, esa aceptación resignada del poso homofóbico social, nos sitúa ante una más de las cuitas no resueltas que el paso generacional, como fruta madura, habrá de resolver, siempre que no sea lastrado por las siguientes generaciones.

Y de ese potencial lastre generacional, si una responsabilidad hemos de inferir, todo apunta, al discurso rancio y retrógrado, al que se le suele tildar de odio, implantado por facciones extremas de la derecha socio-política, que, para nuestra desgracia social, concita buena parte de la misma y no deja de crecer.

 Santos López Giménez 

 

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miércoles, 29 de septiembre de 2021

Iniciativa legislativa popular para el Mar Menor: oda a la esperanza

 Audio Onda Cero Noroeste, 29 septiembre 2021

El pasado 28 de noviembre de 2020, en la Plaza Santo Domingo de Murcia, se puso en marcha el intento de obtener 500000 firmas ciudadanas, como modo de sacar adelante una Iniciativa Legislativa Popular, siglas ILP, sobre una proposición de ley para el reconocimiento de personalidad jurídica al Mar Menor y su cuenca, de acuerdo con lo previsto en el artículo 87 de la Constitución Española.

Dos son los motivos por los que se solicita al Congreso de los Diputados la aprobación de esta Ley: por un lado, la grave crisis que, en materia socio-ambiental, ecológica y humanitaria, viven el Mar Menor y los habitantes de los municipios ribereños; de otro lado, la insuficiencia del actual sistema jurídico de protección, a pesar de las importantes figuras de protección y los instrumentos de carácter regulador que se han ido sucediendo a lo largo de los últimos veinticinco años. Motivos ambos reflejados en la exposición que, los miembros de la Plataforma ILP Mar Menor, hiciesen ante la Junta Electoral Central.

De ese mismo documento, conviene añadir varios aspectos, de las razones por las que esta ILP es muy necesaria. De una parte, los elementos relacionados con la biodiversidad del medio, así como del sistema hidrogeológico, su fondo lagunar, los humedales litorales, todo ello contemplado en el Informe Integral sobre el estado ecológico del Mar Menor, elaborado por el Comité de Asesoramiento Científico del Mar Menor, y publicado el 6 de febrero de 2017, y que ha venido sufriendo una serie de presiones derivadas de la intensificación de usos que desde la década de los 60 del siglo XX se han venido desarrollando. En dicho Informe, se identifica la convergencia en el Mar Menor de diversos impactos.

Obviamente, la mortandad masiva de este verano, cuyas impactantes imágenes nos han venido sobrecogiendo durante varias semanas, no aparece reflejada. Podríamos decir que esta funesta escenificación de la muerte del ecosistema lagunar, no es sino la consecuencia de los pronósticos dee aquellos impactos, anunciados en el Informe del Comité de Asesoramiento Científico.

A su vez, se destaca, en el documento mencionado, que, junto a sus valores ambientales, el Mar Menor, es uno de los principales elementos de identificación cultural de la Región de Murcia, despertando en la ciudadanía murciana un fuerte apego emocional.

Por último, antes de pasar a enumerar y definir los seis artículos, más una disposición derogatoria única, así como una disposición final única, el documento refleja el siguiente enunciado:

“La Declaración de la personalidad jurídica del Mar Menor y su Cuenca permitirá una gobernanza autónoma de la laguna costera, entendida como un ecosistema merecedor de protección en sí mismo, una novedad jurídica que potencia el tratamiento dado hasta ahora: la Laguna pasa de ser un mero objeto de protección, recuperación y desarrollo, a ser un sujeto inseparablemente biológico, ambiental, cultural y espiritual”.

De las 500000 firmas necesarias, faltan unas 150000. Razones sobradas existen para que tomemos conciencia y, además de asustarnos e indignarnos, ante el ecocidio manifiesto que estamos viviendo, hagamos un último esfuerzo, el más sencillo, y aportemos nuestra firma en pos de que la Iniciativa Legislativa Popular salga adelante, dotando a nuestra querida laguna salada, a nuestro querido Mar Menor, de una herramienta fundamental para que convertir sus últimos vestigios de vida una oda a la esperanza, y sobre la base de los mismos, pueda construirse un futuro de vida y dignidad para el medio y para los seres humanos que lo acompañaron a lo largo del tiempo.

Sugiero que se informen, ya que, además de la recogida a pie de calle, llevada a cabo por voluntarios de la Plataforma ILP Mar Menor, son muchas, felizmente, las entidades, asociaciones y/o establecimientos de nuestra comarca en los que podemos llevar a cabo nuestra firma, nuestra muy valiosa firma.

Santos López Giménez