miércoles, 28 de abril de 2021

Espiral de Odio (Guernica, 84 años después)

Audio Onda Cero Noroeste, 28 abril 2021 

Las peores atrocidades de la Historia, cuyos ejecutores suelen ser impostores del poder, al que acceden por la vía de la violencia, y que no escatiman en tergiversar todo cuanto hacen, todo el daño que originan, para mantener vivas las sensaciones de sus víctimas, el pueblo, lo que queda de los pueblos a los que someten, cuyos individuos aceptan a pies juntillas todas y cada una de las patrañas que les son infundidas, acaban formando parte de falsas leyendas que, aún pasado el tiempo, habiéndose contrastado suficientemente, hay quienes siguen manteniendo la falsedad.

 

El pasado lunes, 26 de abril, se cumplían 84 años de aquel horrendo día en el que Guernica fuese bombardeada por aviones de la Alemania Nazi y de la Italia Fascista. De aquel dramático día, cuyos efectos fueron trágicos, desastrosos, tanto en vidas humanas como en el estado de derrumbe y ruina en el que quedase la ciudad, durante años, el fascismo español, por boca de sus máximos dirigentes, mantuvo la insidiosa teoría de que los autores de aquella infame masacre habían sido los aviones del ejército republicano.

De lo ocurrido aquel día, tuve la oportunidad, el honor, diría yo, de charlar por unos minutos con una señora que la vivió en primera persona. Me fue presentada en un parque de Almería, por un señor de Vitoria, ya fallecido, con el que hablaba uno, en ese momento, de aquella atrocidad. La señora, paseaba con uno de sus nietos y Javier, mi interlocutor, dadas las casuales circunstancias, tuvo a bien presentármela. La mujer, sin perder por un instante la sonrisa, nos contó, me contó, ya que Javier conocía su historia personal, lo terrible de aquellas más de tres horas en las que su pueblo hubo de soportar los vuelos rasantes de los aviones que dejaban un rastro de muerte, destrucción y mucho dolor.

Documentándome sobre las posibles razones de aquel engaño, encuentro referencias que se refieren al hecho de que todas ellas, todas las mentiras que el régimen franquista mantuvo durante años, obedecían a un orquestado plan propagandístico que condujese, y perpetuase, la idea de que el genocidio al que fuese sometido el pueblo español, se identificase como una guerra civil. Con lo cual, aceptar que las aviaciones alemanas e italiana fueron las ejecutoras de aquel crimen, sobre todo tras el final de la segunda guerra mundial, desmontaba de plano aquello de la no intervención internacional para frenar el sangrante ataque a la democracia, y el inhumano crimen, físico y moral, que España estaba sufriendo.

El cinismo de los fascistas españoles era de tal grado que el famoso Miláns del Bosch, junto a otro infausto personaje del ejército franquista, construyeron un relato, a modo de informe, negando el bombardeo, mientras la prensa internacional, en masa, se hacía eco del mismo, un día después de la masacre.

 Si el espíritu negacionista de esa aberración histórica, lo trasladamos a los episodios desagradables, de carácter criminal y antidemocrático, que se 
han puesto de manifiesto durante estos días, en el contexto de la campaña electoral en la Comunidad de Madrid, hallamos funestas casualidades, preocupantes casualidades: la reacción de aquellas, de aquellos, que niegan la mayor culpando a las víctimas de su propia desgracia al recibir amenazas de muerte.

Entiendo que, la memoria de Guernica, no merece esta nada elegante comparación que ahora hago, sin embargo, el modus operandi de quienes, por boca de su diputado nacional, Joaquín Robles, se autodenominan herederos del franquismo, no sólo ante las amenazas de muerte que se han concretado estos días, sino por dos hechos más sobrevenidos: el ataque a la sede de PODEMOS en Cartagena, que también es cuestionada, respecto de su autoría, con medios de prensa, tal que El Diario La Opinión, ayer mismo, dando pábulo a ello; o la agresión de un joven a un guardia civil, tras un mitín de los innombrables ultraderechistas, que fuese señalado como joven ultraizquierdista y finamente se ha demostrado, por boca del padre del agresor, que su hijo simpatiza con ese innombrable grupo, y que les venía muy bien el engaño.

Todo ello, como decía, nos sitúa en un escenario socio político en el que nada bueno puede ocurrir considerando que la mentira se utiliza para que el odio crezca de manera exponencial.


Santos López Giménez