sábado, 2 de septiembre de 2023

La Barquilla

Cuenta la leyenda que un preboste moratallero, allá por los 80, creyéndose el rey del mambo, pasando el cubata al que tenía al lado, brazos en jarras, se marcó un Rubiales, y afirmó que él no descansaría hasta que la, por entonces, futura autovía del Noroeste tuviese un nexo continuo con el mirador de la Casa Cristo.

Esa leyenda, amplió su espectro geográfico, y, al pasar de los años, en Caravaca, otro de sus prebostes, cubata en mano, en uno de los refugios de las fiestas, con alevosía y nocturnidad, se fijó como reto que el asfalto llegase, algún día, hasta la Barquilla. 

Hablar de la Barquilla, cuando uno era niño, era hablar del medio natural más recóndito al que accedíamos, desde el pueblo, desde Caravaca, tras una larga caminata, de caminos y sendas forestales, cuyo premio, además del precioso camino boscoso, era, una vez arriba, el de adentrarte en su excelsa cueva kárstica, contemplando sus aguas subterráneas, sus estalactitas, sus estalagmitas, con la emoción añadida de ir desplazándote entre pasadizos rocosos modelados por el agua que, en ocasiones, te dejaban el espacio justo para moverte.

Pasó el tiempo, los jubileos anidaron y el combinado mercadeo-jubileo impregnó todo el entramado socio-económico local y comarcal. Cualquier evento, relacionado con el mismo, se convierte en motivo mediante el cual el capital fluye sin que nada ni nadie pueda detener cualesquiera malas prácticas que se lleven a cabo. Está muy mal visto cuestionarlas.

Cuántos somos, cuántas somos; cuántos seres humanos están dispuestos a luchar contra el sistema, cuántos dispuestos a que el impregnado de capitalismo y religión dejen de ser quienes marquen el contexto social y personal que les contempla.

Me temo que una gran mayoría no lo está, incluidas aquellas que creen, que creemos, estar en permanente vigilia, sin tomar conciencia de que no somos sino actores necesarios para dar forma y continuidad al tinglado social.

En cada momento, según qué circunstancias, siempre hallaremos argumentos, muchas veces inconfesables, con los que dar buena cuenta, justificando nuestro proceder social e individual. Todo es justificable, y todas somos sospechosas de ejecutar alguna de esas cínicas justificaciones.

Así no, así jamás la utopía estará en la órbita humana, nuestros aritméticos pasos implicarán el exponencial alejamiento de la misma. 

Mañana, 3 de septiembre de 2023, la Vuelta ciclista a España tiene el final de la etapa del día en Caravaca. Bueno, no en Caravaca ciudad, en su término municipal. En concreto, lo hará en el anteriormente mencionado paraje de la Barquilla.

A priori, considerando que los lagos de Covadonga o Sierra Nevada, durante años, sufrieron esa infame agresión, no parece que debamos rasgarnos en exceso las vestiduras. En los casos citados, la comunidad científica se pronunció desaconsejando dichas etapas por el daño medioambiental que conllevaban. En Caravaca, el daño ya está hecho: antes incluso de que arrive la etapa, sin despeinarse, el arribista de turno, encarnado en el actual alcalde caravaqueño, José Francisco García, hace realidad la apuesta de aquel festero que en la leyenda local, cubata en mano, anunciase esta agresión.

En todo caso, no os preocupéis, las noticias que hablan del asunto lo hacen en los términos que reproduzco: "Coincidiendo con la celebración de un gran evento deportivo internacional como es 'La Vuelta' y con la vista en el Año Jubilar 2024, hemos puesto en marcha esta iniciativa que se sumará a otras experiencias y productos con los que vamos a fomentar el turismo activo y sostenible", ha declarado José Francisco García. 

Sostenible, el término mágico con el que los desaprensivos que buscan desde el necesario mundo de la política sus peores intenciones sellan sus despropósitos con el beneplácito social.

Mañana, cuando os sentéis ante la televisión, veréis que la etapa acaba en "El Collado de la Cruz", y la inmensa mayoría, como no puede ser de otro modo, creerá que se trata de un alto cuya existencia viene de muy lejos. La realidad, qué tozuda y necia es, trata de abrirse paso en escenarios postizos, escenarios como el de La Barquilla al que, además de ese asfalto, insufrible para el medio natural, se le ha eliminado una enorme cantidad de árboles del bosque de coníferas que le acompaña.

Santos López Giménez 

(Miembro de Caralluma; Profesor de Educación Secundaria en el Ciclo de Grado Medio "Aprovechamiento y Conservación del Medio Natural")