martes, 12 de febrero de 2019

Conjugando empatizar


                         Recuerdo, al comienzo de la era Rajoy, como Ana Pastor, Toni Garrido y Juan Ramón Lucas, fueron eliminados de sus respectivas parrillas de radio o televisión pública, y, a la par, aquella entrevista que Jordi Évole les hacía en su programa, en la cual, los tres en una mesa, contaban las cuitas que en aquel momento les estaban aconteciendo. He seguido el devenir de los tres durante estos últimos 7 años. En los dos primeros casos, no me sorprenden las maneras a través de las cuales, la una y el otro, han procesado su trayectoria. No así en el tercer caso, el de Juan Ramón Lucas.
                      He escuchado esta tarde, a este buen señor, Juan Ramón Lucas, en su programa diario de Onda Cero. Hablaba del juicio que acaba de dar comienzo en el que se sientan en el banquillo los ciudadanos catalanes que, desde el mundo de la política, proporcionaron a sus conciudadanos la posibilidad de ejercer un derecho inalienable, como era el de votar en referéndum el futuro que deseaban para el espacio geográfico en el que viven. Pues bien, el buen señor, ha dedicado los primeros minutos de su programa, en el primer día del mencionado juicio, a tratar de desmentir, o mejor, buscar la mentira, en supuestas declaraciones por parte del mundo independentista catalán, siguiendo un perfecto, estructurado y orquestado plan mediático, en virtud del cual, al enemigo, a ese enemigo sentado en el banquillo, a ese grupo humano de personas, ni agua, cuando de salvar su condición de ciudadanos libres se trata.
                    Se nos llena la boca de la palabra empatizar, y ni repajolera idea sobre su significado parece que tengamos el común de los mortales. El 1 de octubre de 2017, más allá de la sempiterna guerra de cifras, las calles de Cataluña fueron un hervidero de seres humanos que iban, venían, sufrían violencia inhumana; muchos y muchas de ellas y ellos, salieron a última hora a votar sólo como reacción a la desmesura de las cargas policiales; y bien, ante aquella atrocidad manifiesta, uno no tuvo duda de cuál habría de ser su posición como ser humano con derecho a pensar en libertad; y, yendo un paso más allá, haciendo uso de la palabra empatizar, tampoco me resulta nada difícil asumir que uno hubiese estado en la calle, hubiese acudido al colegio electoral que me hubiese correspondido, hubiese ejercido mi derecho a votar en aquella consulta. Al margen de que existiesen aspectos legales de dudosa aplicación, y que conllevasen la anulación del referéndum citado, por qué debía quedarme en casa en esa ocasión, quién me impedía ejercer ese acto cívico para el que hubiese sido convocado. Sin embargo, la lluvia de golpes que muchas personas sufrieron nadie podrá jamás quitarlas del trauma psicológico y el recuerdo de las mismas.
                   Y bien, ¿serán sentadas, en el banquillo, durante este juicio, todas aquellas personas, por miles, por cientos de miles, contadas? De no ser así, ¿qué queda para el grupo humano que si habrá de estar sentado, y que por aquello de una Justicia caprichosa y barriobajera, la española, han estado en la cárcel de manera indefinida, contraviniendo toda norma jurídica internacional?

Santos López Giménez

pd:  Para mi desgracia, no puedo acceder a la sintonización de la SER en el lugar que vivo ahora, bueno, poder, podría conectándome a través de internet, pero, como la radio suelo escucharla mientras hago labores domésticas, prefiero hacerlo con lo que el dial del transistor de que dispongo me deja.