miércoles, 22 de septiembre de 2021

Vertedero comarcal (Contumaz regodeo en la concupiscencia)

 Audio Onda Cero, 22 de septiembre de 2021

Las comparaciones siempre son odiosas, pero, no queda otra, la similitud de los hechos, con aquella gran manifestación que se llevase a cabo en las inmediaciones del embalse del Argos, en enero de 2017, en protesta por la inminente instalación de un vertedero comarcal, y que contase con la presencia, entre los manifestantes, de autoridades locales de la comarca, aún sabiendo ellas que ese infame proyecto iba hacia adelante, la convierten en una insultante afrenta con el caso que nos ocupa: en esta ocasión, sólo se precisa de la determinación que la ley imprime cuando se ha de concretar una sentencia.

Ese era el comentario que, la semana pasada, introducía uno, cuando, hablando de la planta de reciclado, gestionada por Ganados Tara, que viene contaminando desde hace más de 30 años a las pedanías cehegineras de El Escobar y de El Ribazo, el vertedero comarcal, ubicado en los aledaños del Embalse de El Argos, irremisiblemente, me venía a la mente.

En este caso, parafraseando a Agustín González, en La Corte del Faraón, podemos hablar, sin temor a equivocarnos, de un “contumaz regodeo en la concupiscencia”. Para esta ocasión, la acepción contemplada por la RAE, para el término concupiscencia, como deseo de bienes materiales o terrenos, viene que ni pintada. Porque, de qué otra manera debemos referirnos para señalar a los representantes políticos de nuestra comarca, que a sabiendas, con intereses espurios de por medio, de que ese vertedero, tenía todas las prebendas administrativas a su favor, en algunos casos, permisos municipales, para echar a andar, con toda la cara dura, se presentaron en comandita, muy ofendidos ellos, al lado de la ciudadanía, sabiendo bien que su presencia solo era para darse un lavado de cara y dejar pasar el tiempo hasta que la afección insalubre del vertedero sea un mal recuerdo integrado como uno más de los muchos elementos perniciosos que se han venido consintiendo durante años.

Hubo foto en aquella concentración, la hubo también, por aquellos días, a las puertas de la Asamblea Regional, en ambos casos, se reconocen perfectamente a quienes tenían conocimiento de lo expuesto, a quienes, con toda la desfachatez, se presentaban para llevar a cabo su ridícula performance, en un acto al que no habían sido invitados, al que nos hemos acostumbrando, siendo frecuente verles, escucharles, diciendo aquello que, creen saber ellos, tú deseas escuchar. Es imposible que, en el caso que nos ocupa, los miembros de PSOE y PP no estuvieran al tanto de los permisos que ya obraban en poder de la empresa que gestiona ese perverso vertedero comarcal. Las razones son obvias, por reducción al absurdo, es lógico pensar que las administraciones que sus grupos políticos gestionan sean las mismas que concedieron dichos permisos, no hay otra posibilidad: estaban todos los que eran.

Y si bien es cierto que se hicieron amagos técnicos y administrativos, fingiendo que se intentaba detener la puesta en marcha de la mencionada planta, la realidad es que está funcionando gracias a la complacencia y la complicidad de las administraciones local, regional y nacional, de otro modo, no se entendería.

Y henos aquí, a día de hoy, soportando uno más de esos infames artilugios, a modo de instalación que trata residuos urbanos con ínfulas de sostenibilidad, al que, considerando la proximidad del embalse del Argos, la proximidad de los núcleos urbanos existentes, siendo Valentín el más cercano a este monstruo que no para de crecer, considerando la contaminación de las aguas subterráneas por las infiltraciones que inexorablemente todo vertedero ocasiona, a lo que, en los últimos meses, según  me comentan vecinos de la zona, hemos de añadir incendios descontrolados, cuyo origen no está nada claro. Todo ello, nos depara un caldo de cultivo propicio para la insalubridad, siendo la amenaza permente sobre el medio natural y la transmisión de enfermedades sobre las poblaciones de los núcleos urbanos próximos, las enormes losas que aquellos caraduras nos dejasen esa fría tarde de invierno, de enero de 2017, cuando risueños y dicharacheros, se pavoneaban aquí y allá entre los habitantes de esta comarca que tuvimos a bien concentrarnos y marchar en manifestación como protesta frente a la que se nos venía encima.

 

Santos López Giménez 

 


Diego Jiménez, haciéndose eco de nuestra denuncia, unos cuantos días después: