martes, 29 de enero de 2019

Así no, señor Sánchez.


                             Más por edad que por cultura, muchas, muchos, recordamos a Edén Pastora, conocido como el comandante cero, revolucionario nicaragüense, que participase activamente del derrocamiento del dictador Somoza, y que contribuyese, de modo decisivo, para que el Frente Sandinista llevase a cabo la transición hacia la democracia de Nicaragua. Hoy, me contaba un joven, que ha trabajado en programas de ayuda internacional, que lo vivió directamente, como este hombre, hace unos años, le confesaba que su mítica traición sobrevino nada más conseguir el triunfo revolucionario, y lo hacía mostrando sus zapatos a los presentes para decirles que ese fue el motivo de su traición, el de gozar de todo aquello que el capitalismo le pudiese ofrecer. No cabe duda de que, una retirada desde el minuto 1 no se podría entender si no fuese porque las prebendas que le ofrecieron, procedentes de la metrópolis del capital, debieron ser suculentas, y su condición más humana, al tiempo que miserable, le llevó a esa conclusión: incomprensible, utilicemos el prisma que utilicemos, supuesto que, si pusiste tu vida a disposición de tu pueblo, cuando lo más difícil se consigue, no hay modo de entender tu decisión.
                             La liberación de los pueblos, del yugo estadounidense, es un proceso inacabado que jamás logrará su objetivo. Lo relatado es, seguramente, nimio frente a los interminables procesos de ahogamiento que los países que optaron por esa vía han ido y siguen sufriendo inexorablemente. Visto desde Europa, desde la Unión Europea, la proporcionalidad que se emplea en ello, no hace sino desvirtuar dichas luchas libertarias tal que si los parámetros empleados fuesen de una misma magnitud. La realidad vivida, la que sigue en marcha, tiene que ver en tanto en cuanto el dominio, a través de las multinacionales, que colman el cotarro del poder económico mundial, es muy similar a ambos lados del Atlántico. No así la amenaza permanente de desequilibrio de los Estados, amortiguado en Europa por mor de una Historia que granjea a sus ciudadanos un orgullo de pertenencia cuyos representantes en los órganos europeos de toma de decisiones, tratan de frenar, más desde las perspectivas locales de cada país que desde el conjunto que dicha Unión representa.
                             Nos rasgamos las vestiduras cuando un innombrable personaje, inmundo y nauseabundo ser humano, llegó a lo más alto de la jerarquía política norteamericana. Nos ha faltado tiempo para secundar como corderillos, cuyo redil está prefijado, el mandato de esa alimaña planetaria, que no esconde sus bastardos intereses, asociando su intervención a la accesibilidad inmediata de su país a los bienes naturales de terceros países, llegando a ello del modo que sea preciso, incluida la intervención militar, tal como durante décadas sus antecesores, que no provocaban tantas rasgaduras de vestimentas, llevasen a cabo.
                           En esas estamos, en medio de una cuenta atrás absurda, sin sentido, cuyo colofón, de ejecutarse la amenaza, no hará sino dar el necesario espaldarazo para que esa bestia humana, y el gobierno imperialista que lo ampara, se valide y habilite como dueño y señor de las consentidas aberraciones a las que siempre nos tuvieron acostumbrados. Sin embargo, si esa ejecución de la amenaza va hacia adelante, y lo hace en comandita con la Comunidad Internacional, la tragedia estará servida: esa fase no parece haberse contemplado, de haberlo hecho, jamás semejante ultimátum habría salido de un supuesto estadista cuerdo y sensato. El presidente del gobierno de España, queriendo ser el más aventajado alumno, asesorado por antiguallas de su partido, comete un error de bulto dando cancha a un personaje local que, ni media hora después de autoproclamarse presidente de su país, fuese reconocido por el infame y agresor de los Derechos Humanos, presidente de los Estados Unidos. Cuesta horrores entender la lógica que ha movido al presidente del gobierno de España.

Santos López Giménez



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