Durante años, conscientes de que el bipartidismo les amparaba, de que el inmovilismo no era sino una seña de que "todo funcionaba correctamente", que se hablase de asuntos sociales, de temas que pudieran bordear los límites del partidismo político, sólo bordear, sin ni siquiera profundizar, era motivo para tildar al interlocutor de "hablar de política". Supongo que habrá de ser el infundado miedo a la pérdida de no sabe uno qué privilegios, o, dicho de otro modo, "la amenaza del cambio", la responsable de la muy favorable tendencia que han experimentado, ahora no sólo no se critica el hecho de verbalizar tus preocupaciones sociales, sino que unos y otros han agudizado el ingenio, han modelado su verbo, y se lanzan como nunca antes hubiese uno imaginado a formular hipótesis, teorías, a apostar por determinadas políticas, a analizar determinados comportamientos, a pronosticar el destino último de nuestra sociedad ante unas u otras opciones políticas. Bienvenidas sean las nuevas hornadas anímicas, bienvenidos seáis al lugar donde la palabra, el respeto, la ausencia de mofa, allí donde se mima al intelecto, donde se promueve el cariño, donde todo ello nos hace a todos un poco más humanos.
Así las cosas, proclaman su miedo, parecen rechazar lo que huela a cambio desde abajo: acostumbrados a cambios enchaquetados, encorbatados, parecieran aceptar la corrupción de guante blanco, al tiempo que rechazan los deslices, aunque sean corregidos, haciendo del rigor extremo una máxima de la que no precisan aquellos que institucionalizaron la corrupción, de aquellos que hicieron del robo su modus vivendi en política..., así son ellos, así te lo explican, así lo percibió uno. El caso es que son mis amigos, y estoy orgulloso de ello.
Santos López Giménez
Así las cosas, proclaman su miedo, parecen rechazar lo que huela a cambio desde abajo: acostumbrados a cambios enchaquetados, encorbatados, parecieran aceptar la corrupción de guante blanco, al tiempo que rechazan los deslices, aunque sean corregidos, haciendo del rigor extremo una máxima de la que no precisan aquellos que institucionalizaron la corrupción, de aquellos que hicieron del robo su modus vivendi en política..., así son ellos, así te lo explican, así lo percibió uno. El caso es que son mis amigos, y estoy orgulloso de ello.
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