Durante los últimos días, en la antesala del 29 de marzo, las más dispares miserias humanas, como si de un muestrario se tratara, fueron pasando ante mí. De ese infame desfile de argumentos vacuos, una de las más tristes conclusiones a las que he llegado es la de que vivimos rodeados de almas caritativas cuyo sentido de la solidaridad es un remedo de la indigna, por inhumana, caridad cristiana. A no mucha distancia, puesto que las liga el mismo espíritu, se agolpa el egoísmo materialista que la pobreza moral destila. Y ya, en un plano diferente, pero que traspasa las inocuas meninges de nuestros conciudadanos, dejándoles inmersos en un submundo, escogido libremente, de desinformación interesada, hallamos algunas de las claves fundamentales de la apatía social predominante: si no leo, no sufro; si no me informo, no hago tambalear mis inexistentes principios; si no me dejo explicar, oculto mi indignidad ciudadana. Así somos, así funciona el entramado humano del que formamos parte.
Hoy, ante la aberrante reforma laboral que ha diseñado el gobierno español, que quita luz al ya oscuro panorama que nos contempla, estamos convocados a una Huelga General que, cuando menos, nos haga recuperar el papel protagonista al que el pueblo jamás debe renunciar. Secundarla o no, faltaría más, es una decisión personal, de cada cual. Pero, mantener alta nuestra dignidad, frente a nosotros mismos, frente a nuestros hijos, frente a la sociedad, es incompatible con la desidia, la indiferencia, la falaz equidistancia de muchos.
Son muchas las personas que velan por el mantenimiento de unos derechos adquiridos en el tiempo, en contextos de dolor e injusticias, por antepasados que sí sentían y apreciaban la solidaridad como un elemento de permanente futuro y no como descafeinada escusa de denigrante presente. ¿Merece la pena apostar por una alienada sociedad incapaz de ver más allá del halo de miedo donde la han instalado?. Uno tiene claro que sí, que, a pesar de todo, merece estar y combatir, desde los frentes que cada uno considere…, de momento, hoy, secundando la Huelga General.
Por último, y frente a uno de los latiguillos más a mano de los indiferentes, repitiendo, como corderos amansados, las consignas de los medios de comunicación ultraderechistas, en el sentido de desprestigiar a la política y, sobre todo ahora, al sindicalismo, deseo destacar a la persona del entorno social en el que vivo que, más y mejor, con su actitud valiente y combativa, está luchando por la defensa de nuestros derechos sociales y laborales. Me refiero a Maria Jose Rodriguez Hernandez , concejal de IU en el Ayuntamiento de Cehegín: a ella, y a todas/os sus compañeras/os de Iu Cehegín, como conciudadano suyo, les doy las gracias porque han logrado situar en todo lo alto mi orgullo ciudadano.
Santos López Giménez
2 comentarios:
Estoy totalmente de acuerdo con el artículo de Santos López G. El ha expresado mucho mejor que yo, lo que voy diciendo por ahí a quien quiera escuchar. Es realmente deprimente ver el panorama general de conciencia política y social de la gente. Yo siempre he dicho que el peor enemigo del trabajador es el propio trabajador. Luchar contra el de arriba es más aparatoso pero no me da miedo. Tener a tu propio compañero de viaje en contra, es tan aterrador como paralizante.Con tu permiso, Santos, me llevo tu artículo a mi facebook. Gracias.
Gracias, Sol, por compartir. Un abrazo.
Santos
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