Hoy,
14 de abril de 2020, momento en el que vivimos una excepcional situación
planetaria, a la que nunca la Humanidad se vio sometida, con las
características que nos contemplan, un año más, el recuerdo de la Proclamación
de la II República Española se cuela en nuestras vidas.
Sí,
ya sé, no en todas las vidas, no en todos los ámbitos sociales, no en todas las
familias; la mayoría, la gran mayoría, seguirá pensando que lo de la República
no es sino el anhelo de unos ingenuos bohemios incapaces de haberse adaptado a
la realidad anacrónica del momento, delictiva desde la institución que ostenta
la Jefatura del Estado, que se asume, como tantos otros dogmas que la sociedad
española fue forjando a lo largo de la Historia, obligada por la fuerza de la sangre
y el castigo que los Poderes Fácticos ejercieron en nuestro país, con una saña
y una contundencia fuera de lugar y dudas, conllevando, de modo inevitable, la
asunción de todo cuánto les venía en gana, por parte de un pueblo sumiso que,
para doblegar a quienes así le acusan, suele emplear la violencia verbal y
física como reacción a su estupidez asumida.
Lo
vemos estos días, lo venimos viendo, sin solución de continuidad, desde el
origen de los tiempos, el fascismo nunca se fue, a tiempo completo distribuye
su discurso del odio y hace aquello para lo que surgió, amedrentar a la
ciudadanía bajo el terror psicológico y la violencia física.
Camuflados
han llegado a nuestros días, combatir a la monarquía no ha de ser el objetivo,
en condiciones normales se diluirá por sí misma, el gran enemigo del civismo,
el enemigo de la convivencia, de la Cultura, de la Educación, es el fascismo,
es a él al que hemos de combatir.
Es por ello que he recuperado aquella entrada de 2013, le he puesto voz, he creado un audio, porque aquello que siete años atrás escribí, lo suscribo ahora con la
misma o mucha más intensidad. A por la III República por la única senda
posible, la senda que aglutina a la Cultura, a la Educación, a la Inteligencia.
Publicado en El Noroeste en abril de 2013 |
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