Audio Onda Cero, 10 junio 2021, Dos días de junio
Buenas
tardes
El 9 de junio de 1982, se aprobó el
Estatuto de Autonomía de la Región de Murcia. Desde entonces, cada año, se
celebra el Día de la Región. Ayer,
por tanto, se celebró el correspondiente al presente año.
Trata uno de
encontrar aquellos aspectos que le hagan sentir cierto apego por su tierra, en
verdad, los hay: la familia, los amigos, la biografía, suficiente bagaje como
para no necesitar muchos más elementos que adornen tu condición de miembro de
una comunidad.
¿El modelo
social que nuestra Región ha alcanzado en su evolución durante los últimos 40
años, era el modelo al que, como ciudadano de la misma, uno aspiraba?
Qué duda
cabe, no era esto lo que uno esperaba, pero claro, lo que uno espere o deje de
esperar, se queda en una anécdota insignificante.
Es
complicado establecer en qué medida el carácter de una determinada sociedad
condiciona la representación política de la misma, o viceversa, lo cual no deja
de ser una perogrullada. Y hago esa contorsión expresiva con toda la
intencionalidad: por supuesto que la sociedad elige a sus representantes en
virtud del carácter social predominante. Y es ahí, en ese punto, donde se para
uno en seco, respira profundamente y trata de asimilar semejante concepto.
5 de junio, Día Mundial del Medio
Ambiente
Me quedo con
los espacios naturales que jalonan mi Región. Con la diversidad de los mismos,
con la historia humana que precede a nuestro momento como ciudadanía regional,
como sociedad.
Rechazo de
plano, como eterno aprendiz de activista, las afrentas medioambientales que
nuestro espacio físico viene sufriendo desde que uno tiene uso de razón, sin
que la ciudadanía, salvo honrosas excepciones, haya mostrado jamás espíritu de
lucha en defensa del medio que le da la vida.
Hoy, es el
Mar Menor el emblema que arrastramos de la desidia y el despropósito como
bandera del aniquilamiento medioambiental. Ayer fue Portman, más de 30 años
vertiendo sustancias tóxicas, producto de la actividad minera hasta anegar la
bahía y dejarla colmatada, y cuyos efectos futuros siguen en candelero como
elementos de una enorme peligrosidad.
Entre lo uno
y lo otro, en ocasiones, solapadamente, no menos importantes, la perversa
gestión del agua, llevada al paroxismo mediante el infame “agua para todos”,
cuya sangrante hemorragia esperemos tenga los días contados; y la mano abierta
de los infaustos tiempos del urbanismo desordenado y salvaje que trajeron un
desorden medioambiental del que los carroñeros del dinero fácil tratan de sacar
su mejor tajada. Ahí están, intentando ocupar con macrogranjas, espacios
rurales que se verán afectados hasta ser anulados física y humanamente.
Y como
quiera que, aún como aprendiz, han sido muchos los años en los que uno intentó
aproximarse a grupos, con similares objetivos, de lucha para conservar el medio
que nos da la vida, y no siempre, ni de lejos, encontró uno el respaldo social
que el asunto merecía y merece, es por ello que lo del apego al concepto Región
de Murcia, desde esta perspectiva, lo miro desde la distancia.
En
definitiva, la nuestra, la mía, es una sociedad que justifica, alienta y cree
beneficiarse, económicamente, de las tropelías y sinvergonzonerías de los
representantes de la que ella se dotó. Sin ellos, sin esos corruptos
representantes, ni los carroñeros del urbanismo, ni los de la ganadería y
agricultura intensivas, tendrían esas posibilidades, las tienen, en tanto en
cuanto, esos representantes indeseables, que la ciudadanía les pone en bandeja,
condicionan todo a su favor, jamás en beneficio de la colectividad.
Santos López Giménez
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