Audio Onda Cero, 12 de mayo de 2021
Buenas
tardes. Con permiso de Julio, daré lectura a mis impresiones del 17 de mayo de
2011, dos días después del pistoletazo de salida del manoseado e histórico 15
M.
El
momento era lo de menos, antes o después habría de producirse. Campeones en
mantener la respiración, bien por apartarnos del tufo putrefacto, bien por
mantener privilegios a toda costa, el caso es que la ciudadanía de este país
solemos tener a buen recaudo nuestras ropas mientras hacemos como que nadamos.
Desde el pasado domingo, o mejor, desde el pasado sábado por la tarde, cuando
una amiga me citó de soslayo a la extrema derecha, el espíritu de lo que han
dado en llamar Movimiento 15 M me
persigue. Por lo que vengo leyendo y escuchando, no soy el único: demasiadas
dudas generó en un primer momento, sobre todo porque, de todas las consignas
que albergaba, una pareció tomar una inusitada ventaja, la del abstencionismo.
Con el paso de las horas (escribo 48 horas después), parece quedar relegada a
un segundo plano esa inoportuna consigna; según un portavoz del Movimiento 15
M, la cita electoral será un momento en el que cada cual habrá de decidir su
postura ante la misma, con absoluta libertad, lo cual es obvio. Sin duda, la
diversidad de posiciones es lo que más enriquece a esta rebelión social.
Destaca, sobre manera, la enorme cantidad de jóvenes que se han adherido a
ella, hecho muy significativo considerando la apatía y el adocenamiento de
lustros. Las razones para estar ahí no son de ahora, ni tan siquiera deberían
ser consecuencia de la mal llamada crisis económica: crisis
del ladrillo en España, apodo nada casual, tantas veces
pronunciado por los propios delincuentes, por los hacedores de la misma, que
pareciese más bien una plaga bíblica que un delito ejecutado por criaturas de
carne y hueso; por si a alguien se le ha olvidado, recordar que, en el 97, el
primer Gobierno de Aznar, declaró urbanizable todo el territorio nacional, no
fue sino un acto que prendió la mecha de los desmanes y dejó manos libres a los
mayores sinvergüenzas de cada pueblo, con el beneplácito y la muy interesada
colaboración de los políticos de turno, sobre todo en Ayuntamientos y
Comunidades Autónomas. Tras este engorroso paréntesis, de funesto recuerdo,
vuelvo sobre las otras razones que hace tiempo debieron ocasionar la
indignación que acaba de aflorar a modo de manifestaciones masivas en toda
España. Todas ellas, por lo leído y escuchado, al margen de aquellas que se
dirigen contra el poder mundial de la banca, que por si solas hubiesen sido
suficientes para desatar la indignación y las movilizaciones, van en la
dirección de provocar una reacción en la ciudadanía y en los políticos para que
la participación ciudadana pase, de una vez por todas, al primer plano de
nuestras vidas; otras, en la misma línea, promueven cercenar los obstáculos que
impiden que los movimientos sociales que dan el paso al mundo de la política
tengan posibilidades reales de estar representados en las diferentes instancias
administrativas, mediante cambios en el sistema electoral actual que ahoga
cualquier intento en esa dirección. El 15 M, por el bien de todos, ha de seguir
adelante, ha de dejar bien claro que la ciudadanía está ahí, vigilante; hemos
de estar, no sólo moralmente, también físicamente junto a este movimiento,
crear una inmensa masa de seres humanos frente a la inconsciencia de los
dirigentes actuales, capaces de poner toda la carne en el asador para salvar a
la banca y consentir, fomentando, la precariedad de buena parte de sus
conciudadanos. Pero, ni al Movimiento 15 M, cuya intencionalidad, en las fechas
de sus movilizaciones, aplaudo, ni al resto de la sociedad, le pasa
desapercibida la convocatoria electoral del próximo domingo, 22 M; de ahí que
la ocasión es pintiparada: quienes son capaces de provocar una movilización de
tales dimensiones, individualmente, pueden y deben, podemos y debemos,
interactuar en nuestros ámbitos más próximos para que la afrenta social, la
desvergüenza, que significará ver de nuevo a cientos de imputados ante la
Justicia ocupando sus cargos públicos, se convierta en una pesadilla jamás
concretada. El bipartidismo lo han generado PP y PSOE, qué duda cabe, pero la
consolidación la hemos consentido, y plasmado con nuestros votos, los ciudadanos.
Adelante con el 15 M, pero, hagamos un mínimo esfuerzo para que el domingo se
revierta esa absurda dinámica bipartidista.
Fin
de la cita, que diría el otro. Diez años, dos lustros después, la cuadratura
del círculo tomó forma, ahora, no sólo se ampara a ladrones delincuentes, sino
que en lo ideológico, la involución está servida.
Santos López Giménez
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