A raíz de un comentario, de máxima indignación, que compartiese Reyes Moreno Navas, en facebook, respecto de la desfachatez y cara dura de varios obispos españoles, en cuyas declaraciones no hacen sino pisotear los derechos ciudadanos, además de demostrar ser personas nada recomendables socialmente, dejo la siguiente reflexión:
La recurrente, e insoportable, verborrea de diferentes personajes de la cúpula organizativa de la Iglesia Católica en España, es algo que viene de lejos y difícilmente se podrá corregir a corto plazo. Entre otras cosas, esa imposibilidad de corrección, paralela a la imposibilidad de corrección de eso que llaman “clase política”, cuando quieren decir “políticos corruptos”, deviene de factores intrínsecos a nuestro pueblo, que lo convierten en carne de cañón, para unos y otros, de modo y manera que, serán los cambios culturales del mismo, los que arrastren, como si de una ola se tratase, a esas esferas indeseables y a esos corruptos personajes que arruinan la moral y el futuro de nuestro país.
Pero, qué duda cabe, la forma en la que ambos se desarrollen, comportan maneras cuya ejecución es diferente para ambos. En el primero de los casos: la misoginia, la pederastia, la homofobia, la intromisión en las vidas privadas, y toda la cohorte de declaraciones, por parte de esa cúpula mafiosa de la Iglesia, no entrañaría demasiados esfuerzos si los ciudadanos despreciásemos tales declaraciones, bien, haciendo caso omiso a las mismas, bien, y sería ahí donde los medios habrían de echar un gran capote, no dando cancha a semejantes declaraciones que, en condiciones normales, habrían de tenerla con el único objetivo de acabar en los juzgados denunciando a tan miserables seres humanos.
El segundo, el de los advenedizos al mundo de los partidos políticos cuya aproximación es sólo para robar del erario público, teóricamente, tiene una más fácil, si cabe, resolución, puesto que debemos ser uno de los pocos países de nuestra esfera geográfica y política que consiente, elecciones tras elecciones, la perpetuación de ladrones en cargos públicos.
En todo caso, en ambas circunstancias, para el desarrollo de esas, aparentes fáciles formas, la mentalidad social está a años luz de que se ejecuten con la supuesta sencillez que pareciera poder hacerse.
Santos López Giménez
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