Nombrar al mejillón cebra, al mosquito tigre, al picudo rojo o al
cangrejo rojo, a poco que uno siga las informaciones que estas especies vienen
deparando en los últimos años, nos sitúa en un ámbito donde la invasión de
espacios, el oportunismo como estrategia, el desplazamiento de competidores y,
llegado el caso, la completa aniquilación de determinadas especies autóctonas,
son las señas de identidad que les caracterizan.
Pues bien, el pasado
año, entró en vigor el Catálogo de
Especies Exóticas Invasoras, en el cual, además de las mencionadas, y otras
muchas con las que se trasiega y comercia, de muchos años para acá, a nivel
nacional, también está incluido el arrui o muflón del atlas. Sin embargo, a
éste último, que fuese introducido en Sierra Espuña, allá por el año 1970, con
fines cinegéticos, se le concedió un trato especial en la Región de Murcia,
quedando libre de la persecución que sufrirá en el resto del país ya que se le
considera especie invasora, debido al daño que su
propagación está causando en especies autóctonas de mamíferos de muchas
regiones, como es el caso de la cabra montés. En ese sentido, el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y
Marino (MARM) decidió imponer una serie de
obligaciones a la Comunidad Autónoma para asegurar que el arrui no saltase a
otras regiones, en las que sí será perseguido. Para ello, el Real Decreto que
regula el nuevo catálogo establece que la Comunidad Autónoma «deberá elaborar
una delimitación cartográfica adecuada y específica del área donde se aplicará
esta disposición, dentro del área de distribución de la especie que
figura en el Inventario Español del Patrimonio Natural y la Biodiversidad, considerando exclusivamente su área de
procedencia legal autorizada y de posterior expansión natural». Si el
arrui sobrepasara esos límites, el Real Decreto autoriza a las autoridades
regionales a recurrir a la caza para frenar la expansión de este ungulado
africano fuera del área delimitada en la Región y en zonas limítrofes. En
la actualidad, la caza ya es el método más utilizado para controlar la
población de arruis en la Región, de ahí que se haya considerado especie de
interés cinegético y se haya decidido salvarla en Murcia, pese a las críticas
tanto de ecologistas como de agricultores y propietarios del entorno de Sierra
Espuña, que han solicitado en reiteradas ocasiones su erradicación debido a su
carácter invasor y por los daños que generan en los cultivos.
Por tanto, una
vez más en Murcia, están prevaleciendo los caprichos de unos cuantos
personajes, próximos al poder, cuando no en él, que imponen sus particulares y sui
géneris leyes, hasta, como es este caso, generar una transformación y
desequilibrio medioambiental de consecuencias imprevisibles.
La expansión
geográfica de la especie es un hecho fehaciente, de ahí que, el pasado día 24
por la tarde, tras haber visualizado una manada semanas antes, en las
inmediaciones de Cehegín, en concreto, en la falda de la Peña Rubia, ascendí a
lo alto de la misma en un intento de localizar la mencionada manada. La ruta
que seguí comenzó en las funestas canteras que horadaron esta mágica montaña
durante años. Una vez arriba, me desplacé hacia la zona de antenas y, a la
altura del punto geodésico, inicié el descenso por la vertiente que da al
Argos. Fue entonces cuando, en esa profusa zona de vegetación arbustiva y salpicaduras
arbóreas, el ramoneo y los movimientos de los arruis llamaron mi atención y me
dispuse a hacer aquello para lo que ascendí a lo alto de la Peña Rubia, que no
era otra cosa que fotografiar a dicha manada, donde, como podréis comprobar en la foto, para quienes conocéis la fisonomía descrita, los arruis, en una singular fila india, que les caracteriza en sus huidas, iniciaron justo la ruta opuesta a la que uno había seguido hasta localizarlos:
(pinchad sobre la foto para ver con nitidez lo descrito)
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