Oportuno o inoportuno, con más o menos intencionalidad manipuladora, cortina de humo o no, lo cierto es que somos un pueblo, el pueblo español, que suele perderse en la hojarasca, y todo, por carecer de los principios básicos que dan forma a una sociedad democrática.
Josep Ramoneda, en su libro "Contra la indiferencia", habla de romper la espiral de la indiferencia, para lo cual, según el autor, sólo cabe recuperar la razón crítica. Eso, en un país, donde los estereotipos están tan claramente definidos que, hablar de razón crítica, es una entelequia de difícil digestión y peor asimilación.
Pero, si bajamos al suelo de lo cotidiano, si anotamos, literal o mentalmente, los muchos enunciados de barra de bar, de corrillo en la calle o, por qué no, de sala de profesores en colegios e institutos, encontramos ramilletes de frases hechas que contradicen a sus emisores, respecto de los representantes políticos que, supuestamente, les representan. Cuántas veces no habéis escuchado aquello de que "de los catalanes no quiero nada, son extranjeros", y, tal vez, al mismo emisor, en un alarde de esquizoide razonamiento, decir "por mucho que quiera, es español antes que catalán" (donde pone catalán lo podéis cambiar por vasco, el efecto es el mismo). Claro, de pronto, todos fuimos 15 M, todos gritamos, o lo pensamos, alguna vez, "qué no, qué no, qué no nos representan". Pero, hete aquí que, unas semanas después, vuelve a haber elecciones autonómicas, y eso en España, da igual de la autonomía que se trate, supone meter las narices en todas partes, nos inviten o no a ello. Y, resulta que el arco político en pleno, salvo las excepciones que le dan sentido, por aquello de romper el bipartidismo, saltan a degüello contra quien osó proponer la puesta en práctica de un recurso constitucional, amparado por la Carta de Naciones Unidas, como es la celebración de un referéndum de autodeterminación. Entonces ocurre que, al del bar, le pilla en su casa; al del corrillo, en el banco; y, al de la sala de profesores, echando la siesta; lo cierto es que a todos les pilló descolocados y fue fácil cambiar su discurso, en el de ahora, Cataluña es más España que nunca, y todo porque lo dice "mi representante político".
Pd: la cita de Ramoneda, la he tomado esta tarde de la Ventana, en la SER. Ha sido Francino quien se ha referido al totalitarismo de la indiferencia, aunque él hablaba de algo de mucho más calado social, los desahucios. Al final de ese breve comentario, sonaba esta canción:
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