miércoles, 4 de septiembre de 2024

A noventa segundos del apocalipsis (S.O.S, 15 de septiembre)

El "reloj del fin del mundo" sitúa a la Humanidad a 90 segundos del apocalipsis, el peor registro de su historia.
Uno se pregunta si, en verdad, este dato, que quizá no se entienda como debiera, pudiera estar lastrando cualesquiera intentos de corregir los peores aspectos que conducen a semejante y perversa conclusión.

Ya, cierto, la mía es una introducción muy poco acertada para un problema del calibre al que hemos de enfrentarnos. Pero, ocurre que, socialmente, se ha instalado esa sensación que, desde ya, podríamos definir como el estado de "a 90 segundos del final". Así las cosas, el ser humano, los seres humanos, hemos optado por un salvaje "sálvese quien pueda", en un "a vivir que son dos días", que viene siendo útil para un roto o un descosido,  paliando traza alguna de cargo de conciencia.

Todo ello, en términos absolutos, es decir, planetarios, considerando, por tanto, a la Humanidad en su conjunto. Pero, hete aquí que, el planeta, no es sino la suma de infinidad de rincones, cada uno con sus características, siendo en esa parcelación en la que naufragamos, de la que dependen esos 90 segundos y cuyo funesto y perverso resultado es improbable que pueda revertirse.

A la desesperada, el Consejo de Defensa del Noroeste, cuyos desvelos principales se ubican en la comarca del mismo nombre, Noroeste murciano, intenta paliar, a marchas forzadas, con la soga al cuello, el despropósito más aciago de su historia: la pérdida de su fisonomía, y lo que es peor, la pérdida de los valores naturales que le conferían una riqueza valiosa, por lo que de vida representaba. 

Fondos de inversión no identificados, desde el punto de vista humano, y si lo están, los verdugos se camuflan en funambulistas ejercicios de mimetismo social, contando con el mayoritario apoyo de la sociedad comarcal, que les protege, pensando, pobres criaturas, que son el futuro de sus familias. 
Es increíble, ya lo hicieron esos ecocidas en su día, durante la primera década de los 2000, compraban casas, terrenos, compraban voluntades, transformando a la comarca en un erial en potencia. 

Como quiera que el Sistema Capitalista tiene sus propias herramientas, para afrontar contratiempos sobrevenidos,  la llamada burbuja inmobiliaria, no les afectó, y esos criminales, ahora bajo el mismo paraguas de entonces, el que los ayuntamientos comarcales les proporcionan, han vuelto con más fuerza.

Ya no hablamos de potencialidad, hablamos de hechos consumados, con miles de hectáreas de secano, forestales, en su mayoría, cuya devastación y puesta en regadío, está ocasionando, porque no podía ser de otro modo, si esquilmas los acuíferos de tu entorno, la muerte de sus ecosistemas, y el final de sus comunidades humanas.





 

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