Audio en Onda Cero Noroeste, 6 abril 2022
La
iniciativa legislativa popular, para dotar de personalidad jurídica a la laguna
del Mar Menor, pasó ayer el último trámite, necesario para iniciar su
concreción como proyecto de ley.
Han sido
muchos años de desvelos, de soportar agresiones continuadas, de caer en el
hartazgo de unas medidas que no solo no revertían el imparable proceso de
degradación, sino que este aumentaba a marchas forzadas. La sociedad civil de
la Región de Murcia, se organizó, lo hizo desde la propuesta que una plataforma
ciudadana ponía en marcha. Se abría paso un hermoso proyecto, en el que la
esperanza, sobre la base del conocimiento científico, se convertía en la gran
baza que la llevaría a concretar las más de 500000 firmas necesarias para su
presentación parlamentaria; espíritu que se trasladó al resto de España, siendo
pues el éxito de la ciudadanía española, la cual, ha podido comprobar que el
denuedo, la convicción de que solo la ciencia puede afrontar la problemática y
el devenir medioambiental, y el amor por la Naturaleza, son los motores que nos
han hecho reaccionar frente a la insidia colectiva, el ecocidio político
continuado, y lo que es peor, la desidia ciudadana.
Cuando el
pasado 15 de marzo, Teresa Vicente, como representante de la Plataforma que ha
promovido la iniciativa para hacer llegar la ILP al Congreso de los Diputados,
comparecía ante la Comisión de
Transición Ecológica y Reto Demográfico, entre otras, y muy importantes
afirmaciones emitidas, dejó para la audiencia de dicha comisión una idea
flotando en la sala respecto del carácter no retroactivo de la futura ley.
Ello, en mi opinión, podría generar una sensación de orfandad respecto de
futuras actuaciones legales contra quienes han demostrado nula empatía
medioambiental y humana. Aun así, no ha de ser obstáculo para que el futuro
inmediato ponga las bases del respeto y la no agresión a la que el Mar Menor ha
de enfrentarse desde ya. Lo cual, sin duda, al margen del carácter no retroactivo,
desde la perspectiva que las responsabilidades humanas y políticas habrían de
implicar, sin embargo, debe significar la inmediata paralización de todos y
cada uno de los elementos agresivos de carácter agrícola que, con toda la
crudeza que ello significó, condujeron a la laguna a su máxima extenuación.
Dicho todo lo cual, lo más preocupante, lo que me lleva a un pesimismo,
del que desearía uno prescindir, tiene que ver con la intervención, tras la
exposición que hiciese Teresa Vicente, del representante del grupo político que
aglutina al colectivo humano de la ultraderecha española. Sus palabras, no
debieran significar sino la incultura, el odio y la sinrazón que dicho grupo
alberga, sin embargo, no debemos olvidar el alcance electoral que para dicho grupo
prevén los sondeos, y la no menos preocupante complacencia del PP en las
regiones donde gobiernan de facto en coalición, incluida Murcia. Basta recordar
que estos días, mientras se negocia el gobierno castellano leonés, la
ultraderecha, ha exigido al PP el cambio de conceptos y terminología cuando de
violencia de género se trata, y el PP ha accedido a ello sin despeinarse. Por
tanto, si en asuntos de tan sensible calado social las gastan como acabo de
referir, para un futuro no muy lejano, podríamos estar inmersos ante una triste
paradoja, con tintes dramáticos, la de que, el mismo pueblo capaz de lograr el
importante número de firmas que han sido necesarias para llegar adonde ahora
estamos, otorgue su confianza a los verdugos que, públicamente, no dudan en
amenazar con derogar dicha ley en cuanto tengan opción para ello.
Santos López Giménez
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