viernes, 24 de septiembre de 2010

Cehegín en el corazón


El libro que la pasada tarde nos han dado a conocer Pedro Abellán Ródenas y David Sánchez Fernández, en mi opinión, es una joya en sí mismo, que invita a toda la ciudadanía a adentrarse en el estudio y observación de la enorme joya que supone nuestro medio natural. Lleva por título “Guía de la Naturaleza de Cehegín”, y desde sus 207 páginas han abordado todos y cada uno de los elementos que uno desea hallar cuando busca en la bibliografía de un determinado espacio geográfico. El título, de modo genérico, como modelo, suele utilizarse en obras que, asépticamente, pasan de puntillas enumerando especies de flora y fauna, analizando posibles recorridos naturales, y poco más, lo cual no significa que sea un plan de obra desdeñable. Sin embargo, la estructura y el contenido que Pedro y David han utilizado van mucho más allá de esa enumeración carente de alma. Ellos han vertido, en su obra, todo el conocimiento y toda la experiencia que, en su calidad de biólogos, vienen atesorando de 15 años para acá, por fijar como fecha de partida el inicio de sus estudios universitarios. Pero, me consta que esa no es la fecha que en su caso debemos tomar como referencia, me consta que su pasión por el medio natural, su contacto físico con la naturaleza, están enraizados mucho más allá, habría que buscar en su infancia para hallar las claves por las que estos dos doctores en Biología han venido a conceder a su pueblo uno de los más preciados regalos que los cehegineros podríamos desear. Por ello, su obra está impregnada no sólo de conocimiento, el alma de su obra radica en la toma de posición que David y Pedro ponen de manifiesto cuando se despojan de su condición de científicos, y utilizando lo mejor de dicha condición, proponen alternativas contra esos malos hábitos, social y políticamente aceptados, del desarrollismo económico, en la lógica del todo vale, sin tener en cuenta el coste que sobre el medio natural puedan ocasionar; malos hábitos que encontramos en las extracciones marmóreas o de áridos, o también en las intervenciones que, en pos de una supuesta mejora de los regadíos, transforman o desecan los cauces de nuestros ríos. Son sólo unos ejemplos de esa alma que rezuma de las páginas del libro y que se podría resumir en la especial dedicatoria que, refiriéndose a la hija de David, hacen al comienzo del libro: “A la pequeña Ana, para que despierte en ella el amor y respeto por la Naturaleza, con el anhelo de que pueda disfrutar, junto a la nueva generación de cehegineros, de un medioambiente sano”.

Pedro, David, recibid, de mi familia y de mi, nuestra más entrañable enhorabuena, y, por supuesto, muchísimas gracias por este maravilloso regalo.


Santos López Giménez


En Cehegín, madrugada del 23 al 24 de septiembre de 2010.

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