martes, 27 de mayo de 2008

Escrita en marzo

Un día de marzo

No somos dados a las celebraciones de aniversarios prefijadas; tal vez, aquellas que entrañan un carácter social amplio, algunas muy significativas, sí que están entre nuestras fechas señaladas: proclamación de la II República Española y Día del Libro, ambas en abril, son las dos fechas que nunca nos pasan desapercibidas. De ahí que, siendo así, abril podría ser nuestro mes. Pero, ambos decidimos, muchos años atrás, que no, que nuestro mes sería mayo. No en vano, mayo desorbitó nuestra amistad ubicándola en un espacio de intimidad, el más hermoso espacio que nunca pude soñar y del que espero no alejarme jamás: dejábamos en el camino seis meses, desde que tuve la dicha de conocerte, durante los cuales fui descubriéndote, saboreando tu presencia y extrañando tus ausencias. Después, la vida, nos extendió un amplio muestrario de posibilidades a las que hubimos de acudir dando forma a nuevos escenarios que se abrían día a día, cada amanecer, y a través de los cuales, aún con las rutinas domésticas y profesionales, aún con los muchos contratiempos, a modo de obstáculos, en ocasiones insalvables, que continúan, impertérritos, intentando bloquear nuestra permanente marcha hacia adelante, no obstante, hemos logrado que la variedad cromática siga presidiendo nuestra existencia en común. Aunque, sin duda, el máximo esplendor de ese colorido abanico, llegó de la mano de nuestros hijos, ellos aportaron sendas guindas cuyas irradiaciones, no podía ser de otro modo, vieron la luz en mayo.
Sin embargo, hoy, cuando te escribo, si bien esas fechas reseñadas son muy importantes, no es mayo, ni tan siquiera abril, hoy es un día cualquiera de marzo; la razón por la que dejo volar estas palabras, no es para conmemorar nada en concreto, simplemente, deseaba lanzar al viento un “Te quiero”.



Santos

Pd: ..., y, porque te quiero, aunque, como éste, algún mayo venga especialmente veleidoso desde el exterior, seguiremos afrontándolos codo con codo.

domingo, 25 de mayo de 2008

A mi padre

En mayo de 2006, coincidiendo con el aniversario de su partida, 25 de mayo, en varios medios, incluida mi querida Cartas Sin Sellos, me fue publicada la carta que ahora transcribo. El recuerdo de mi padre es imborrable, como lo es el mucho amor que nos dejó:

Carta a mi padre: 4 años sin tu presencia física.

De niño me encantaba sentarme cerca para escuchar tus conversaciones con los amigos, con la familia, con los vecinos, eras un conversador empedernido. Esos 17 años, durante los cuales estuviste bajo el dictado de tu enfermedad, no mermaron en mí el recuerdo y las sensaciones de hablarte y escucharte. Algunas personas no pudieron soportar verte en ese estado de aparente apatía. En todo momento traté de explicar, a quien quiso escucharme, que si bien tu enfermedad te había bloqueado, en parte, la capacidad para desenvolverte oralmente como siempre lo habías hecho, sin embargo, el brillo de tus ojos y la certeza de que algunos asuntos no dejaron de interesarte jamás, me llevaban a mantener contigo pequeñas charlas, no muy prolongadas, pero con la suficiente fuerza como para ser consciente de que, a pesar de la maldita enfermedad, tu ilusión por vivir jamás decayó. Recuerdo que en cierta ocasión, tras demasiadas insinuaciones que me llegaban en el sentido de que te encontrabas en un estado vegetativo, recurrí a esas cartas al Director que, tú sabes, tanto me gusta escribir: escribí una carta que titulé “Pedro el casillero, vive”; y, sabes una cosa, vivías entonces, en toda la dimensión de la palabra, y vives ahora, porque estás presente en las almas de todos los que nunca te olvidaremos; pero una personita, la más pequeña de tus nietas, es la que más te nombra, ¿será casualidad que a ella le encante conversar?.

Bienvenidos

Ufff, un blog, qué cosas. Uno que anda enviando correos, a diestro y siniestro, tratrando de hacer llegar ideas, denuncias, informaciones de todo tipo, ahora se encuentra con un blog a mano. Veremos de qué somos capaces. Saludos y vayamos dándole forma.