lunes, 30 de mayo de 2011

¿A qué jugamos?

Casi siempre es así, pero preferimos focalizar, centrarnos y no dar pávulo a todo aquello que nos pueda despistar. Tres hechos, en un mismo día: la lectura del artículo de un político comarcal, denominando a la ciudadanía murciana de centro-izquierda; los correos electrónicos que van y vienen, llamando a la movilización, enviados por todo tipo de personas, alejadas ideológicamente, a quienes el 15 M parece haberles unido en no sé qué punto en común; una ofrenda floral con carácter religioso, católica, llevada a cabo por buena parte de la Comunidad Educativa del Colegio Público donde estudia mi hija; circunstancias, todas ellas, en apariencia dispares, por reparar en el imperceptible, pero grueso, tronco común que las une, me tienen ahora pegado al teclado tratando de articular los elementos que dan forma a ese grosor desmedido. El estado de ánimo es determinante si de describir el momento se trata, más aún cuando, en el discurrir de los años, para hallar conciencia social y ciudadana era preciso recurrir a textos históricos, con los cuales mantener viva la llama de la esperanza.



¿Qué recorrido pueden tener las exigencias del 15 M, si la ciudadanía, por no molestar al poder establecido, somos incapaces de levantar la voz para que algo tan elemental, por constitucional, como es que la laicidad en la Escuela Pública se concrete día a día, sin dejar margen a caprichos y/o veleidades de los gestores escolares de turno?. Para colmo, el caso al que me refiero, lleva implícita una carga de injusticia, con tintes malintencionados, que tira para atrás. Jamás me importó el modo en que la mencionada actividad, de llevar flores a la imagen de una Virgen, se llevase a cabo. Fue hace tres años cuando tuve conocimiento del llanto desconsolado de una niña, compañera y amiga de mi hija, la cual, siendo católica, por no asistir a clase de Religión, se le prohibió acudir a la ofrenda, junto con sus compañeros y compañeras. Es decir, puestos a aceptar acuerdos de la Comunidad Educativa, resulta increible que en un Colegio que se moviliza durante toda una jornada lectiva, para desarrollar la susodicha ofrenda, sea desde una asignatura optativa desde la que se imponga esa baladí condición. La niña, que ahora está en sexto, ya ha aceptado la afrenta, no acude por tercer año consecutivo.



Por ello, que nos hablen de una ciudadanía murciana de centro-izquierda o que nos lleguen por decenas correos llamando a la movilización, en nombre del 15 M, parecen juegos malabares ejercitados desde la complicidad de una gran mayoría acostumbrada a negar la mayor cuando se les invita a conectar determinados aspectos de la cotidianidad, ante los cuales sufren un vértigo tal, que prefieren seguir jugando en rio revuelto para que al final las aguas acaben por fluir tranquilas y nada cambie.



Santos López Giménez



Pd: no sé qué ocurre en otros colegios de Cehegín, el hecho relatado tiene como protagonista al Colegio Pérez Villanueva.