miércoles, 27 de enero de 2021

No, no todos son iguales

 Audio Onda Cero, 27 enero de 2021

Qué duda cabe, la vacunación, a escala planetaria, se ha convertido en la gran esperanza que nos habrá de conducir a la salida del túnel que, de un año para acá, nos tiene sumidos en una enorme pesadilla.

En realidad, bien pensado, ha llegado más pronto que tarde, no es normal que la investigación y el desarrollo de su puesta a punto se haga en el tiempo que, en esta ocasión, se ha empleado para la covid-19. Lo cual, queramos o no, es un motivo de satisfacción para la Humanidad.

Sin embargo, una vez en el disparadero, llegados a este punto, la peor cara de la condición humana sale a relucir, como suele hacerlo en los momentos más desesperados, aquellos en los que un “sálvese quien pueda”, se pone de manifiesto y anula nuestras más entrañables reacciones, como tales seres humanos, para desplegar el abanico más infame y putrefacto de zancadillas y patrañas, a las que estamos abonados: nos vienen de serie, ni genética ni nada que se le parezca, sencillamente, la lucha por la vida, saltando toda lógica de Humanidad, y dejando a la inteligencia a buen recaudo del abandono, la desidia y la miseria moral.

Entusiasmadas, entusiasmados, andábamos al finalizar 2020, pensando que el orden lógico de aquello que nos tenía al límite de nuestra resistencia, venía para echar una mano. No ha sido posible, uno tras otro, cargos públicos, servidores públicos, unos como representantes de la ciudadanía, otros como miembros de estamentos importantes de la Administración del Estado, sin ningún pudor, sin decencia alguna, han ido saltándose los protocolos establecidos para que se les administrase la vacuna.

No han hecho nada que la Historia no tenga registrado, nada que nos pueda mover hacia una indignación producto de la sorpresa, la indignación social existe, durante las dos últimas semanas se ha puesto de manifiesto, pero, es una indignación de oficio, de esas a las que estamos acostumbrados, muy mal acostumbrados, y que nos lleva a emitir toda clase improperios, como si de ello dependiese nuestra fiabilidad ciudadana, sin darnos cuenta de que la lógica que les movió, a esos irresponsables, no fue otra que la que viene moviendo todo tipo de irregularidades, cuyas consecuencias, salvo excepciones, con recorridos que suelen acortarse mediante entramados jurídicos enmarañados y nada comprensibles, acaban por ser nulas y nada ejemplarizantes.

Y claro, en este, como en el grueso de sinvergonzonerías que nos asedian, la prensa debería de estar a la altura de las circunstancias para informar con el rigor que merecen, y dejar a un lado tópicos infames, de los que se tira para no decir nada, aglutinando en un mismo rango a todos los grupos políticos sin que importe la realidad de los hechos. Aquello de “todos son iguales”, ha calado en nuestra sociedad, y lo viene haciendo como estrategia de aquellos para quienes, la democracia, no es sino un obstáculo que aborta sus peores intenciones. La prensa es consciente de ello, aun así, utiliza la coletilla sin reparo alguno, lo cual, esa alegre interpretación de una realidad que cuenta con nombres y apellidos, y sobre todo, con números muy claros al respecto, va en detrimento de la calidad democrática de nuestro país.

No, no todos son iguales.


Santos López Giménez