miércoles, 15 de septiembre de 2021

Crimen en las pedanías de El Escobar y de El Ribazo: 30 años contaminando a tiempo completo

 

Audio Onda Cero Noroeste, 15 septiembre 2021

Buenas tardes, Julio.

Lo que viene ocurriendo en Cehegín, en las inmediaciones de El Escobar y de El Ribazo, es algo que, como en otras tantas irregularidades que la historia reciente nos ha dejado, en materia de Medio Ambiente en nuestra región, no hay modo de entenderlo.

Son casi 30 los años en los que una planta de reciclado de todo tipo de residuos, muchos de ellos, sin catalogar, de dudosa procedencia, ubicada en el entorno de las pedanías cehegineras mencionadas, genera a tiempo completo un malestar, entre sus habitantes, de cuyos efectos son víctimas propiciatorias.

Es paradójico que, salvo la empresa que gestiona esta insalubre instalación, eufemísticamente llamada, Ganados Tara, todos los colectivos sociales y políticos, de Cehegín, están de acuerdo en que se hubo de acabar con la aberración mencionada hace muchos años.

La proximidad a los lugares habitados por seres humanos es del todo un desacierto. De eso no cabe duda. Solo con el intenso mal olor que se desprende de dicha planta, por llamarla con cierta corrección técnica, ya que la  realidad de esa infraestructura, no parece dotarla de la categoría enunciada, sería suficiente para que hace mucho tiempo hubiese sido obligada a detener su actividad.

Los análisis químicos del entorno, tanto por encargo de la administración, como aquellos realizados por asociaciones medioambientales y de vecinos, son un poema, una constante lluvia fina contaminante que, durante estas tres décadas, vienen sufriendo los terrenos de cultivo, así como las aguas del río Quípar, con la consiguiente pérdida de biodiversidad y fertilidad que ello conlleva; al tiempo que, dichos espacios medioambientales se convertían, a su vez, en potenciales focos de contaminación, de otros ámbitos ecológicos, así como de la transmisión de enfermedades que sobre el ser humano puedan haberse ocasionado en el tiempo. Hablamos de más de 16 metales pesados, todos ellos, potenciales elementos cancerígenos; hablamos de nitratos, cuya concentración se ha desbordado sobremanera en los últimos tiempos; también hablamos de hidrocarburos, muy por encima de los márgenes que hacen viable la vida en condiciones normales.

En mi opinión, en este farragoso asunto, hay dos perspectivas, de vital importancia, que debieran ocupar el primer plano de la denuncia con la que se ha de afrontar este anacronismo. Por una parte, pensar que, por mucho que los malos olores molesten a la ciudadanía, el ataque frontal al medio natural, con las impredecibles consecuencias globales de carácter medioambiental, y por ende humano, hubo de ser más que suficiente para que, desde un primer momento, se hubiese clausurado este instrumento del capital que acarrea muerte y destrucción natural. La segunda, tiene que ver con la intervención ciudadana en la lucha que la denuncia ha de conllevar.

Las comparaciones siempre son odiosas, pero, no queda otra, la similitud de los hechos, con aquella gran manifestación que se llevase a cabo en las inmediaciones del embalse del Argos, en enero de 2017, en protesta por la inminente instalación de un vertedero comarcal, y que contase con la presencia, entre los manifestantes, de autoridades locales de la comarca, aún sabiendo que ese infame proyecto iba hacia adelante, la convierten en una insultante afrenta con el caso que nos ocupa: en esta ocasión, sólo se precisa de la determinación que la ley imprime cuando se ha de concretar una sentencia.

Por otra parte, el mes pasado, la asociación de vecinos afectados convocó a los medios para visitar el entorno de las mencionadas instalaciones, y, tal como viene siendo habitual, en estas tres décadas, el alcalde de turno de Cehegín, publicaba en redes sociales un vídeo trasmitiendo su solidaridad y determinación para detener esta agresión. Sin embargo, cuando el pasado sábado, se llevaba a cabo una manifestación convocada por dicha asociación de vecinos, en la Gran Vía de Cehegín, no más de 50 personas se congregaban para realizar dicha protesta, dándose una irónica circunstancia, ya que, al ser fiestas locales, las terrazas de los bares estaban atestadas de clientes mientras discurría la misma.

Un pueblo que se compromete consigo mismo, saca a relucir su poder como protagonista de su devenir, no permitiendo que sus espacios sean profanados mediante la instalación de cualesquiera agentes que puedan ocasionar daños a sus propias vidas, a su bienestar, en cuyo caso, ese pueblo, en los planteamientos futuros de sus administradores y de aquellos que proyectan infaustas instalaciones que, a todas luces, van a causar daños a sus habitantes, deja de ser candidato a las mismas convirtiéndose en un enclave al que estos instrumentales comisarios del capital, aún con sus ansias de generar dinero a toda costa, no seguirán molestando, la historia del planeta, de la humanidad, alberga muchos ejemplos que ilustran esta aseveración.

 

Santos López Giménez 

 


 NOTA: os dejo el escrito que, en 2003, me publicase La Verdad, sobre este este asunto que trato hoy. Casi 20 años, qué barbaridad.

Molestias en Cehegín por una planta de residuos. La Verdad, 21 de octubre de 2003.