viernes, 31 de agosto de 2018

Infausta finca en Sierra Espuña

               En una de las tardes en las que participé de la búsqueda de Alberto Hernández Cortés, llevando a cabo una ruta desde Casas Nuevas hacia las faldas de Sierra Espuña, oculto de la visión paisajística desde el pueblo, lo cual palía la ingrata imagen, tuvimos ocasión de contemplar un amplio espacio forestal, que según los vecinos de la zona, en el pasado albergase terrenos agrícolas de secano, en los que, fundamentalmente, se cultivase almendra, y que ahora nada tiene que ver con esa antigua posibilidad, perfectamente integrable en un medio natural.
En el mapa, rodeado de negro, aparecen los espacios agredidos, focos de contaminación para el entorno boscoso inmediato
              De unos años para acá, dicho espacio, se reconvirtió en regadío, por obra y gracia, según nos contaban, de un señor alicantino que llegase por el pueblo, con mucho dinero, dispuesto a comprar lo que se le pusiese a tiro. Compró el espacio descrito, amplió con creces, deforestando, el espacio cultivable, construyó un embalse para "sus aguas", y también casetas para aperos agrícolas, y además, instaló todo un entramado y profuso sistema de regadío.
Pues bien, de todo ello, queda la desolación de un inmenso campo de ciruelos que, paradójicamente, tras tres años sin mantenimiento, siguen dando frutos; toda la conducción del riego por goteo instalada, en fase de degradación y esparcimiento; recipientes de productos fitosanitarios y abonos diseminados alrededor de las casetas de aperos, convertidos en peligrosos focos de contaminación; un embalse a medio llenar; dos vehículos, turismos, de más de 20 años de antigüedad, que fuesen abandonados en la finca y que ahí siguen impertérritos, degradándose y contribuyendo en su medida a la contaminación global del espacio forestal que les rodea: todo un despropósito.
Pero, siendo graves las características expuestas de lo que aquel lugar alberga, lo que jamás debió de hacerse, es la invasión de pequeños barranquetes por los que desaguan las lluvias que descargan sobre la Sierra, ocupados por movimientos de tierra de gran volumen que han ocluído los mismos conectando entre sí espacios cultivados de la propia finca.
Lengua de tierra removida y acumulada para conectar dos zonas de la finca ocupando un pequeño barranco por el que debieran cursar las aguas
            Una vez puesta en funcionamiento toda esa infraestructura, pasó poco más de un año para que se la dejase abandonada, lo cual, amén de la grave agresión medioambiental que pende sobre el entorno, dice muy poco a favor de las intenciones últimas que el mencionado inversor pudiese tener para la zona.     
            Por último, a modo de informaciones poco contrastadas, por parte de dos vecinos del pueblo, se nos habló de que en un primer momento la persona en cuestión tuvo serios problemas para llevar a cabo la aberrante destrucción, que a la postre ocasionaría, ya que las autoridades le siguieron la pista y no le dejaban ejecutar su atrocidad. Sin embargo, pasado un tiempo, logró hacerse con la confianza de propios y extraños para acabar por realizar ese engendro de acoso medioambiental, para colmo, inmerso de lleno en uno de los espacios naturales más emblemáticos de la Región de Murcia.
Carteles ecoturísticos en los aledaños de la infausta finca









Carteles ecoturísticos en los aledaños de la infausta finca





















          Alberto Hernández, sigue sin aparecer. Desde las 20,30 del pasado día 4 de agosto, en que saliese a pasear por los alrededores de la casa de campo que su familia tiene en Casas Nuevas, y tras una búsqueda exhaustiva, no ha sido posible hallar pista alguna sobre su paradero.

Santos López Giménez

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