jueves, 21 de octubre de 2010

Dos caras de una misma moneda

De las variadas reacciones que la remodelación del Gobierno de España ha generado, entre la clase política, la ciudadanía y, por supuesto, la caverna mediática de la derecha, a cuyos envenenados comentarios y reflexiones nos tienen acostumbrados, entresaco, por la contumaz insistencia con que me ha llegado, el alto grado de misoginia que he percibido. No es de extrañar si consideramos que el machismo, imperante en nuestra sociedad, y la misoginia constituyen las dos caras de una misma moneda.
En demasiadas ocasiones me he manifestado en el sentido de quitar hierro a las declaraciones de ciudadanos de a pie, frente a parecidas declaraciones hechas por representantes políticos. Parece obvio que ese gradiente haya de existir, que exijamos un mayor grado de raciocinio y discreción a quienes nos representan que al resto de nuestros conciudadanos que no ocupan esa relevante significación social. En todo caso, unos y otros, tenemos un mismo origen, por tanto, ni unos ni otros hemos de ser disculpados. Como sociedad, la española, está en retroceso en la evolución colectiva de la erradicación de lacras como las que nos ocupan: un importante porcentaje de jóvenes sigue pensando que el modelo ideal de familia es aquél en el que la mujer trabaje menos horas, o no trabaje, para hacerse cargo de la casa y de los hijos, según un estudio del Instituto de la Juventud, habiéndose pasado de un 18% en 2002 a un 20% en 2008.
Pero, volviendo al origen de esta reflexión, y sin que se confunda la misma con un desaforado apasionamiento político de mi parte, conviene recordar, aunque de sobra sé que les importa un pepino, a esos bocazas descerebrados, que gracias a varias de las ministras actuales, las más odiadas y vituperadas, el actual Presidente del Gobierno llegó a la Secretaría General del PSOE y, posteriormente, a formar gobierno por dos legislaturas.

Santos López Giménez

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